A PLENO PULMÓN
Un aparato poemático

<STRONG>A PLENO PULMÓN<BR></STRONG>Un aparato poemático

“Mi hijo estaba loco; pero el día que murió recuperó el juicio; yo estaba a su lado, gracias a Dios.  Vi cuando se encendieron de nuevo los ojos de su alma”.  Después del funeral la madre invitó los amigos de Ventoldo a unos rezos colectivos en el comedor de la casa.  El hermano de Ventoldo se acercó en un momento de silencio y me dijo: –¿Sabías que él dejó una caja con el plano de una máquina de hacer poemas?  –No sabía eso; una vez me contó de sus investigaciones acerca de los “componentes químicos” de la poesía.  Decía que veinte partes de amor y una de desesperación fueron proporciones adecuadas para la poesía de Neruda. Esa receta no funciona bien en otros poetas.

–Dos partes de desesperación sería una dosis “demasiado fuerte” para gente de hoy; Neruda hizo bien en poner “una sola porción”.  Así hablaba mi pobre hermano. También afirmaba que los poetas mezclan burros con ángeles, lluvias con sequías, prostitutas con santos; juegan con “los contrarios”, presentan lo dulce y lo amargo, el amor y la desesperación.  –En la cafetería “Los Imperiales”, mientras comía un helado de uvas de playa, afirmó: la poesía debe examinarse químicamente; pero no es asunto de boticario.  Me propongo crear un aparato para simular las operaciones mentales que realizan los poetas.  Tendrá un espejo rotatorio para captar “la realidad”; y un carburador especial para “producir la ignición artística”.

–Pensé que eran simples palabras al viento, nacidas en una imaginación alterada por “medicamentos psicotrópicos”.  Nunca creí que diseñaría una máquina.  ¿Dónde está el plano? –Mi madre lo tiene en una caja de cartón; pisada con la maqueta del aparato hay una libreta de “Consideraciones generales” escritas por mi hermano.  El primer punto lleva un título sorprendente: “La gramática es lo de menos”.  Miles de hombres han visto pasar el río Duino y no han podido escribir las “Elegías duinesas”. ¿Cómo el río entra en el cerebro?  preguntaba mi hermano.

–¿Dijo algo acerca de “cómo sale” el río del cerebro, convertido ya en poesía? –Mi  madre no quiere que se burlen de mi hermano, ella dice que murió curado.  “¡He destapado la cabeza de Rilke!” declaró en cama  Ventoldo.

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