A PLENO PULMÓN
Un cambio cultural

<STRONG>A PLENO PULMÓN<BR></STRONG>Un cambio cultural

Algunas de las causas por las cuales los dominicanos deciden emigrar son: dificultades para encontrar trabajo bien remunerado; persecución política o inseguridad social; falta de “estímulos colectivos” para desarrollar “vocaciones” profesionales.  En resumidas cuentas; padecemos problemas de empleo, de producción económica, de educación, de organización de la vida civil.  La política dominicana toda gira alrededor de esas carencias.  La “agitación” política, los “programas” políticos, la “trapacería” política, son tres resultantes de las mismas debilidades.

Acerca de los problemas sociales y políticos de la RD han escrito muchas páginas: Pedro Francisco Bonó, Ulises Francisco Espaillat, Américo Lugo, Moscoso Puello, José Ramón López, Peña Batlle, en el pasado; y recientemente: Juan Bosch, Joaquín Balaguer.  Varios más, mucho más recientes, no los cito por “economía periodística” y para evitar ser injusto.  Pero una cosa es “plantear” los problemas y otra muy distinta es resolverlos.  La acción política y social para modificar un escollo colectivo es un trabajo en el cual deben participar grupos diferentes, en perfecta coordinación y sincronización.

¿Quiénes promueven, empujan, dirigen y  publicitan, esos cambios?  Algunos líderes dotados de la capacidad de persuadir, del carisma y la energía para “sacar las multitudes” de la “modorra” que son las costumbres establecidas.  Mustafá Kemal Ataturk fue un líder turco al que se atribuye la modernización de su país.  Era un oficial del ejército, un comandante militar que alcanzó renombre al mando de una división en la Batalla de Gallipoli.  Al concluir la Primera Guerra Mundial, en 1918, el imperio otomano se derrumbó.  Entonces fue posible establecer la República de Turquía.  Sus capacidades militares y habilidades políticas no pueden ponerse en dudas.

Kemal abolió el califato, suprimió el título de “pacha”, prohibió el uso del fez, símbolo del feudalismo; también decretó la sustitución de la grafía árabe por el alfabeto latino.  Los turcos entre seis y cuarenta años se vieron obligados a “alfabetizarse” de nuevo.  No estoy diciendo que debamos “copiar” a Kemal; tampoco que la dirección política o económica sean asuntos secundarios. Nada de eso. Pero existen numerosas trabas culturales que obstruyen el desarrollo social de los dominicanos.  Remover esos impedimentos es una tarea educativa y política que no debería postergarse.  Y se hará a contrapelo de las costumbres.

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