A PLENO PULMÓN
Un foco en la cabeza

<STRONG>A PLENO PULMÓN<BR></STRONG>Un foco en la cabeza

Todos hemos oído que “los apagones prolongados hacen caer el inversor”; también hemos escuchado  que las crisis económicas “hacen bajar” el rendimiento de las inversiones; desde hace tiempo se dice que la sociedad dominicana padece una “inversión de valores”.  Las viejas normas de conducta moral, de civismo, de autoexigencias profesionales, están “de capa caída”.  El servicio de energía eléctrica falla tantas veces, que han surgido poetas que disfrutan, sensorialmente, la oportunidad de “perderse en la obscuridad”.  Han desarrollado una inesperada “estética del claroscuro”.  Ingresar “en lo obscuro” podría convertirse en un lema artístico de gran atractivo.

El sólo hecho de ver repetidamente que “todo se pone negro”, influye negativamente en nuestros ánimos.  Cierto psicólogo aficionado opina que eso puede “tirarnos hacia el lado obscuro de la vida”; cree que la gente, con menor alegría, cultivará un malsano pesimismo.   Quiera Dios que no concluya en “moda” favorable a las “actitudes melancólicas”.   La educación antes era llamada luz o pan; pan de la enseñanza, escribían siempre los periodistas; luz del conocimiento, se dice desde el siglo XVIII.  El viejísimo ateneo de Santiago, fundado por Peña y Reinoso, se llama “Ateneo amantes de la luz”. 

¿Será posible que terminemos siendo “amantes de la oscuridad?  Celso Marranzini ha declarado ayer que los apagones desaparecerán en el año 2012.  No sería un plazo muy largo, si fuera un pronóstico acertado y no fallido, como tantas veces ha ocurrido con “anuncios” del sector eléctrico.  Quitar dinero a la educación para darlo a la CDEEE es apagar el foco de la cabeza para prender una farola de la calle.  Felizmente, esta idea “obscurantista” ya fue desechada.  Pero podemos adentrarnos en “obscurantismos” peores que los de la electricidad ineficiente y la educación sin financiamiento.

Los mineros usan linternas en la cabeza para transitar por pasadizos excavados bajo tierra.  También utilizan esta clase de focos los rescatistas que trabajan entre escombros después de un terremoto.  El incremento de los atracos, la frecuencia de los crímenes por encargo, los excesos policiales, son penosos asuntos que nos retrotraen al “obscurantismo colectivo”.  Para encontrar algún camino en la oscuridad y remover las piedras que obstruyen nuestro desarrollo social, necesitaremos prender luces dentro y fuera de nuestras cabezas.

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