A PLENO PULMÓN
Un hervidero social

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Me parece que en los próximos años asistiremos a importantes transformaciones de la sociedad dominicana. El crecimiento de la población, del consumo de drogas, de la delincuencia, obligará a los ciudadanos a organizar su propia protección.  Nadie tolera vivir amenazado continuamente por ladrones y asaltantes.  Es un hecho indiscutible que la gente no confía en “agentes del orden público”.  Todos los días aparecen noticias acerca de policías involucrados en atracos y otras formas de violencia criminal. En la DNCD es frecuente que oficiales superiores sean “separados de sus cargos” por complicidad con traficantes.  Desde hace muchos años la “seguridad privada” es un negocio rentable.

En algunos zonas de nuestra ciudad las juntas de vecinos “se hacen cargo” de la vigilancia.  En este punto la insatisfacción de los ciudadanos es evidente; y su conducta es resultado de la “claridad mental” que les da una experiencia reiterada.  Pero los problemas relativos a la seguridad no son los únicos asuntos en trance de transformación. Creo que ciertos aspectos políticos están también a punto de cambiar, lo mismo que algunas actitudes en conexión con la economía general del país. Hay indicios de ello por todas partes: en el empresariado, entre periodistas, profesores, estudiantes, incluso funcionarios públicos.

En las páginas de opinión de este diario fue publicado ayer un artículo del conocido empresario Franklin Báez Brugal, titulado “Tareas pendientes”.  De ese escrito saco este párrafo: “Los políticos dominicanos son una clase poderosa e intocable, un colectivo en donde impera la impunidad y el descaro; pienso que necesitamos políticos distintos, otro tipo de gobernantes, que acepten la transparencia y la rendición de cuentas como la norma, y no como una excepción para casos de emergencia.

Báez Brugal dice, además: “El sector privado ha pagado sus errores y un buen número de sus representantes, purga condena en la cárcel.  Sin embargo, la acción pública no ha movido un dedo para investigar hechos que a ojos vistas tienen la turbiedad de lo doloso…”.  Podría añadir a esta nota: trozos de editoriales, cartas privadas de amigos residentes en el exterior, conversaciones con catedráticos y funcionarios. Cuando empresarios, periodistas y estudiantes, coinciden en sus pareceres, comienza el hervidero social que precede a los grandes cambios.

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