Hombres y mujeres del mundo entero padecen hoy complicados problemas sociales y económicos. Los especialistas de las humanidades no aciertan a decirnos por dónde saldrá el tiro. Antropólogos, sociólogos, politólogos, economistas, expresan perplejidad, proponen hipótesis de trabajo, adelantan alguna que otra observación inteligente; pero ninguno llega a formular respuestas precisas. Ben Bernanke, director del Sistema de la Reserva Federal de los EUA, no sabe si el tiro saldrá por el cañón o por la culata. Este profesional de la economía política compuso su tesis doctoral sobre la depresión económica de 1929. Los instrumentos de control monetario de que disponen los bancos centrales no permiten predecir las crisis financieras. Por lo menos, así lo parece.
Ahora hay poca confianza en las viejas operaciones de mercado abierto. Y los gobiernos llevan la voz cantante en lo que al endeudamiento se refiere. Los motivos del endeudamiento de los estados pueden ser políticos o culturales; y, a veces, estimulados por intereses particulares muy influyentes. No siempre el endeudamiento está dirigido a desarrollar el conjunto de la economía. Deudas hay en Europa, en los EUA, en Asia, en muchísimos países de la América hispánica. Los partidos políticos de España, obligados por las circunstancias, acaban de acordar poner topes fijos a las deudas públicas.
Pero el tiro no acaba de salir; ni por delante ni por detrás. Se ha atascado en la recámara colectiva. Sufrimos un taponamiento social y económico. El sistema monetario internacional parece encaminarse hacia un ajuste entre el dólar, el euro y el yuan. ¿Si este proceso afecta a las grandes economías industriales, cuanto más afectará a las pequeñas economías dependientes? En vista de las fluctuaciones de las monedas, el oro ha subido de precio astronómicamente. La India y la China han comprado toneladas del precioso metal amarillo.
La incertidumbre social y económica hace que la gente ponga los ojos en la seguridad histórica del oro escaso e inoxidable. Es una ilusión a la que nos asimos cuando vemos bancos que quiebran, activos financieros que se cotizan a la baja. Pero la criminalidad y el desorden, reinante en tantas ciudades, impide a las mujeres usar prendas de oro. En este contexto nos preparamos para acudir a elecciones generales.