A PLENO PULMÓN
Una cabra preñada

<STRONG>A PLENO PULMÓN<BR></STRONG>Una cabra preñada

La primera vez que visité el Museo de Arte Moderno de Nueva York fui directamente al patio con el propósito de conocer, “personalmente”, la famosa cabra preñada de Picasso, una encantadora escultura de hierro sin pulir.  Se decía que el ano de la cabra tenía forma de cerradura antigua.  Había que “comprobar” enseguida si el orificio anal era o no compatible con una llave cilíndrica de rebarba doble, como las de la época de mi abuela.  Todo aquel que disponga “del tiempo que hay”, debe concentrarse en “entretenimientos inútiles”, sobre todo si proyecta permanecer varios días en NY, en un hotel contiguo al Moma.

 Todavía en aquellos años se encontraba en ese museo el cuadro que Picasso compuso para que no desapareciera de la memoria colectiva el bombardeo aéreo de Guernica.  Esta población del país vasco desapareció del mapa en 1937, durante la guerra civil española.  El gobierno republicano encargó el cuadro… pero nunca se entregó a los ganadores de la contienda.   Permaneció en NY hasta 1981.  Guernica era el lugar donde los reyes castellanos juraban respetar los fueros de Vizcaya, en una solemne ceremonia    a la sombra de un roble.

 Hombres, niños, vacas y caballos, quedaron tronchados por el bombardeo.  Entonces las bombas se lanzaban “a mano” desde el aeroplano.  Los intelectuales europeos quedaron horrorizados ante la posibilidad de que el hombre destruyese las ciudades.  El escritor búlgaro Elías Canetti consigna en sus libros el miedo que desató aquella noticia.  No podían suponer    lo que sería la disolución de Coventry durante la Segunda Guerra Mundial.  Muerto el generalísimo Franco en 1975 –seis años más tarde-, el cuadro de Picasso fue entregado “a España”.

 Miles de visitantes del Museo de Arte Moderno llegaban atraídos por Guernica.  Creo que ahora el cuadro está en el Museo Reina Sofía de Madrid.  Pero en el patio del museo se exhibe aún una escultura tan importante como la cabra preñada: la “Mujer de pie, de Gastón Lachaise, figura femenina de grandes tetas, nalgas “retrepadas” y proporciones que no son las de la Venus de Milo.  A pesar de “contrariar” los cánones griegos, la “mujer de pie” cautivaba a muchos dominicanos.  Les parecía una picarona mulata… institutriz sexual.

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