Cuando Adán comió del árbol del bien y del mal descubrió que estaba desnudo. Al tener acceso al conocimiento perdió la inocencia. En esta época de comunicación sin limites: telefonía celular, radio, TV, Internet, el conocimiento del bien y del mal es accesible para millones. Las masas empobrecidas han descubierto las trapacerías y negocios de los cesares, aristócratas, banqueros, presidentes, industriales. Ahora no son pasivas, contemplativas, obedientes. Quieren participar en el festín de la riqueza, no importa que las vías sean el narcotráfico, el lavado de dinero sucio.
Todo lo que antecede lo ha dicho, de un tirón, una persona que me detuvo en la ciudad colonial, en plena calle, para que yo sepa como es el mundo de hoy. La redacción de esta nota es mía; las ideas expresadas son, por entero, de mi interlocutor. Antes de dejarte quiero añadir: ni los dioses, ni los dirigentes religiosos, pueden eludir la política. Al enterarse Jehová de lo mal que trataban los egipcios al pueblo de Israel, les amonestó; pero no le hicieron el menor caso. Entonces el faraón recibió la advertencia de las siete plagas.
El intérprete de los sueños del faraón y vehículo de la profecía era, desde luego, un judío. Las plagas obraron como la bomba atómica de Hiroshima sobre los japoneses. Nadie cree prosiguió- en la sinceridad de las prédicas. A pesar de los constantes sufrimientos de los pobres, ningún mensaje religioso logra congregar la solidaridad de los necesitados. Cada quien procura quedarse con la brasa y la sardina; de ser posible, incluso con el anafe. Las mafias han llegado a organizar en su provecho los cuerpos legislativos, los partidos políticos, las grandes corporaciones.
Le advierto: no se trata únicamente de nuestro país. Berlusconi gobierna en Italia con el beneplácito de los italianos. Es un hombre trabajador, inteligente y rico; también un sinvergüenza, degenerado sexual. ¿Qué pueden hacer contra él? Un loco arrojó sobre Berlusconi una miniatura de la catedral de Milán; consiguió arrancarle un diente. Pero los cuerdos le sostienen en el poder. Jueces, obispos, periodistas, catedráticos, están maniatados por sus respectivos empleos. Termino ya: la maldad es congénita; no crea que disminuye con la educación; sólo la disimula un poco.