A PLENO PULMÓN
Una mujer preguntona

A PLENO PULMÓN<BR>Una mujer preguntona

Una señora me preguntó de sopetón  ¿por quién va a votar usted? Me abordó en el supermercado, frente a una góndola repleta de panes integrales.  –Usted debería escribir, abiertamente, sobre cuál es su preferencia política.  Era una mujer con más de cuarenta años, vestida con ropa deportiva; parecía haber concluido una caminata poco antes.  –Por lo visto usted hace ejercicios; está interesada en conservar su buena salud,  –Así es.  –Señora, usted ha preguntado por cuál candidato votaré yo ¿puedo hacerle otra pregunta? –Desde luego que sí.  –¿Desea usted seguir viviendo en este país? –No me gustaría emigrar a EUA; prefiero vivir donde nací, en el lugar donde yo conozco la gente.

–Seguramente ha oído decir que el voto es secreto; por eso existe la caseta de votación;  no estamos obligados a rayar la boleta delante de los demás.  Sin embargo, le diré lo que pienso acerca de estas elecciones presidenciales.  Escúcheme: son elecciones solamente para elegir presidente; no un referendo para cambiar el sistema político vigente por un régimen monárquico o socialista.  El Congreso actual no se modificará en nada.  Es obvio que un nuevo presidente podría destituir los altos funcionarios que dirigen hoy nuestra economía.  Si el presidente elegido fuera del partido oposicionista, los cambios podrían ser más drásticos que si resultara electo el candidato del partido en el poder.

–La consigna de Danilo Medina basada en “el cambio seguro” parecía un “slogan” para uso interno del PLD.  Pero no ha resultado así; muchos ciudadanos no peledeístas se han sentido aludidos.  Las circunstancias económicas internacionales –en el campo petrolero y en el monetario– exigirán cuidados especiales de los dirigentes políticos de países pequeños.  Y ello requerirá sensatez, equilibrio emocional, ponderaciones técnicas.

–Después de las elecciones el país quedará tan sañudamente dividido como lo está el PRD después de sus primarias.  Habrá una “resaca colectiva” de rechazo a la “partidocracia”.  Esa inconformidad social necesitará remedios muy bien administrados para que no naufraguen las libertades públicas y la democracia política.  Ojalá encontremos el buen juicio para no destruir a patadas el “defectuoso sistema” que con tanto esfuerzo hemos construido, que nos ha permitido desarrollarnos, económica y socialmente.  Para esas tareas me parece mejor Danilo que Hipólito.

Publicaciones Relacionadas