A PLENO PULMÓN
Una nueva literatura

A PLENO PULMÓN<BR>Una nueva literatura

He vacilado antes de quitar los signos de interrogación al título de este escrito.  ¿Hay, realmente, viejas y nuevas literaturas? ¿O es la misma actividad humana que renueva periódicamente idénticos temas desde perspectivas diferentes? ¿No será la literatura un continuo ondulante referido al pasado de manera permanente, con entradas u orificios conectados al presente?  Los expertos en computación hablan a menudo de intercomunicación entre dos programas paralelos.  En algún   momento determinado pueden conectarse dos fases de dos “sistemas  de lectura”, que interactúan a partir de entonces.  De modo semejante, las literaturas clásicas y modernas están en contacto con las que se producen en nuestros días.

Los grandes temas de la literatura universal: el amor y la muerte, el sufrimiento y la enfermedad, el poder político y la injusticia, la crueldad y la piedad, las conmociones sociales, la pobreza extremada, son realidades eternas.  Las maldades y crímenes castigados en el infierno del Dante, son los mismos que aparecen en las novelas de Dickens y Tolstoi.  Es posible que los literatos de todos los tiempos se sientan atrapados ante dos tensiones en conflicto.  Ciertos escritores del Renacimiento oscilaban entre los dogmas religiosos y el pensamiento racional.  Y de ahí arrancan los argumentos esenciales de sus vidas y el carácter de sus obras.

En los tiempos de la ilustración esas tensiones experimentaron algunas modificaciones en el énfasis.  Muchos literatos y artistas vivieron emocionalmente entre el desprecio por la monarquía y el entusiasmo por la revolución liberal.  En el mundo contemporáneo se desarrollaron las clases sociales, crecieron las ciudades; con la máquina de vapor y la mecanización florecieron las fabricas y organizaciones obreras.  Pensadores, literatos y artistas, privilegiaron las ideologías políticas y la crítica a los grupos rectores de la sociedad.

El hombre actual vive zarandeado entre los partidos políticos, “el crimen organizado” y los mercados globales.  La literatura de nuestros días estará condicionada por esos dolorosos factores de la convivencia; pero prolongará una tradición liberadora milenaria.  ¿Por cuales vías circulará la literatura en el porvenir? No es lo mismo el papiro que la imprenta de tipos móviles; no es igual el bando público que el periódico de circulación diaria.  ¿Entre TV e “Internet”, habrá espacio para la literatura?

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