El mundo de hoy es una pelea de perros. Dondequiera que usted mire encontrará una guerra sangrienta y sin esperanzas, como dijo García Márquez de la lucha contra el narcotráfico en Colombia durante la época de Escobar Gaviria. Ahora matan todos los días docenas de personas en México. En este país el gobierno es incapaz de controlar las reyertas entre delincuentes; tampoco puede ofrecer seguridad a los habitantes de Ciudad Juárez y muchos otros centros urbanos. Las viejas mafias italianas: de Sicilia, Nápoles, Calabria, tienen competidores nuevos altamente tecnificados: la mafia rusa y la mafia china. Para colmo, los llamados cuerpos del orden público, policías, gendarmerías, forman sus propias mafias, incrementando así el desorden general.
Un joven de nuestro tiempo crece nutrido por evidencias e informaciones desalentadoras de toda índole: desalentadoras del civismo, de la fe en instituciones de derecho, de la esperanza en que vengan días mejores, de la utilidad de estudiar una carrera universitaria, de la estimación pública del buen comportamiento. El periódico español El País informó del descubrimiento de una red de pederastia. No se trataba de un pederasta o de dos pederastas; era una red, un negocio de prostitución especializada. También informó del desvío de cuentas de las reservas de varios países africanos para alimentar el patrimonio de un líder de Gabón y de algunos partidos políticos franceses.
El periódico dominicano El Día informó que en un solo mes, han perdido la vida de manera violenta 113 individuos, la mayoría de ellos asesinados por sicarios. En África existe una lucha terrible por controlar las riquezas naturales de ese continente empobrecido y anarquizado. Naciones poderosas de Europa y de Asia se dan dentelladas por conseguir materias primas africanas. Las revelaciones escandalosas del portal Wikileaks no son tales; mejor sería llamarles confirmaciones.
A todo esto hay que añadir que los políticos, en medio mundo, son personas que nuestros abuelos llamarían poco recomendables. Necesitan financiar costosas campañas por cualquier medio asequible. La incertidumbre monetaria internacional intensifica la pelea de perros. Dólar, euro, yen y yuan, se sostienen en precario equilibrio. Mientras el oro sube de precio, los empresarios invierten en bienes tangibles. Y los ciudadanos comunes carecen de burladeros para evitar mordiscos de perros.