A PLENO PULMÓN
Vagubundo moribundo

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Hay personas a quienes el “amor a la vida” no los abandona nunca.  En los peores momentos de la existencia: reveses económicos, enfermedades agudas, conflictos familiares, encuentran el ánimo para enfrentar  “la fortuna  adversa”, como se decía en la antigüedad.  No es que no sientan los latigazos de la vida; es que, a pesar de esos azotes terribles, optan por vivir y no los atrapa la depresión.  Conozco el  caso de un anciano aquejado de varias enfermedades que le mantenían postrado, casi a punto de morir.  Una noche de agravamiento de las dolencias, la esposa mandó a buscar un sacerdote; el enfermo dijo: que me den pronto la extremaunción; y después un chorizo, para poner algo de sazón en  el último suspiro.

 Mi padre padecía varias enfermedades cardiovasculares: hipertrofia del corazón, varices en ambas piernas.  Un día llegó a mi casa sudoroso y vacilante. 

Dijo que la cabeza le daba vueltas, que estaba a punto de caer al piso.  Lo llevamos a una cama, le quitamos los zapatos, la chaqueta; entonces comprobamos que la ropa interior estaba “entripada” por el sudor.  Buscamos enseguida una camiseta seca y los teléfonos del servicio de ambulancias.  El viejo estaba frío y tembloroso.   Mi esposa preparó una sopa vegetal con trozos de pollo y le ayudó a tomarla.

 Después de 30 minutos con los ojos cerrados y cubierto por una manta, dejó de temblar.  –“Me siento mejor ahora”, dijo.  –¿Qué te ocurrió?  ¿Dónde estabas?  preguntamos.  –Fui a un baile, contestó.  –¿Comiste algo que te cayó mal?  –No, nada de eso; fue que bailé todas las piezas.  Mi padre tenía entonces 75 años.  Superado el susto, se vistió y regresó a su casa.  Conservo  todavía la corbata azul que dejó aquel día.

 Disfrutar de la vida no implica, necesariamente, irresponsabilidad.  Se puede recibir la extremaunción acompañada de un chorizo.  Las palabras: vagabundo, vagabundear, vagabundería, han ido adquiriendo sutiles matices de significación.  Vagabundo quiere decir errante; también holgazán sin oficio.  Vagabundería es a veces sinónimo de trapacería.  Últimamente, vagabundear significa pasar de una cosa a otra con alegría y riesgo, pero sin daño para los demás.  Cumplir con los sacramentos de la Iglesia y con las ganas de comer o bailar.

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