A PLENO PULMÓN
Variedades de cacumen

<STRONG>A PLENO PULMÓN<BR></STRONG>Variedades de cacumen

No tengo la menor idea de cómo funciona el cerebro humano.  De la fisiología del tejido nervioso lo único que he logrado sacar en limpio es que “necesita oxígeno y azúcar”.  Hablando un día con el neurocirujano Ney Arias admití que sentía terror supersticioso ante los médicos que se atreven a abrir la cabeza de un paciente y “tocarle los sesos”.  Aprendí en la escuela cosas elementales: “el cerebro de compone de dos hemisferios y está cubierto por unas membranas llamadas meninges”.  Más tarde oí explicar que cada lóbulo del cerebro se relaciona con tales o cuales “funciones específicas”: lenguaje, razonamiento, memoria, visión, tacto.  Y ahí terminaba todo para mí.

 Mucho después, al ir envejeciendo, observé que los cerebros de los escritores no funcionan de la misma manera en unos y en otros.  Cada uno jerarquiza los objetos de la realidad o del pensamiento de diferentes formas ¿Qué cosas le interesan más a un escritor entre los innumerables asuntos en que vivimos inmersos?  Aunque los cerebros de los políticos, hombres de negocios, poetas, científicos, tengan todos dos hemisferios, cuatro lóbulos y estén protegidos por las meninges y huesos del cráneo, no operan en la misma dirección, ni a partir de los mismos datos de la percepción. 

 Un político que llega a un lugar público: restaurante, teatro, estadio, sabe enseguida a quién debe saludar calurosa o fríamente, con cuál señora debe ser gentil y ceremonioso.  De un vistazo se entera de quienes andan juntos siendo de diferentes partidos.  Busca inmediatamente cómo sacar provecho  de encuentros con ricos empresarios o artistas que gocen del favor popular.  El político ensarta la agujeta del cerebro para tejer su tela particular.

 El hombre de negocios mira a su alrededor y descubre rápidamente dónde habrá compras o ventas, necesidades de equipos de ésta o aquella clase.  Piensa en el acto en quienes podrían ser sus competidores y cómo adelantarse a sus ofertas y gestiones.  La vocación de cada quien afila algunos lados del cerebro que no parecen coincidir con las funciones atribuidas a los lóbulos.  Cacumen es una palabra que significa promontorio, agudeza, perspicacia.  El político, el hombre de negocios, ven con claridad sus objetivos, como si estuviesen subidos en promontorios.

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