A PLENO PULMÓN
Ventanucos de sótano

A PLENO PULMÓN<BR>Ventanucos de sótano

Serbia podría ingresar en la Unión Europea “si soluciona su conflicto con Kosovo”. La Comunidad Europea no quiere que se repita la historia de “la admisión de Chipre”, un país dividido territorial y culturalmente: hay chipriotas griegos y chipriotas turcos.  Los kosovares albaneses se “independizaron unilateralmente” en 2008.  Los serbios no reconocen esa independencia y, con  ellos, España y otros países europeos.  Los emigrantes albaneses dentro de Serbia llegaron a ser tantos que constituyeron una minoría “extraña” en un Estado ajeno. Finalmente, reclamaron derechos políticos y territoriales.  La comunidad internacional respaldó su independencia de Serbia.

Al leer estas noticias pensé en Rufino del Monte, un antiguo compañero de la escuela primaria.  Rufino lanzaba un trompo al aire para que cayera en su mano, donde reguilaba airosamente; también confeccionaba resistentes chichiguas, equipadas para soportar viento fuerte, aguaceros y combatir con colas armadas de navajas.  Mi amigo había sido dotado de habilidades notables en diversos campos de las actividades infantiles.  Cuando fue mayor de edad tuvo la suerte de conseguir un buen trabajo que le permitió financiar estudios de ingeniería civil. Tenía una novia que le vigilaba continuamente: para que no buscara otras novias, en primer lugar; pero además, para que no entrara en los bares todos los días.

Después de casarse con la novia-vigilante se limitaba a beber únicamente los viernes, a partir de las cinco de la tarde.  Lo volví a ver cuando ya había concluido sus estudios de ingeniería.  Era un hombre más grueso que el niño que yo conocí; pero su sonrisa era muy parecida a la de antaño y el tono de su indignación también.  El lugar donde Rufino iba los viernes era un sótano en el que funcionaba un restaurante de diez mesas con una barra bien surtida de vinos y aguardientes.

-¿Ves esas cuatro ventanas estrechas con rejas que dan a la acera de la calle?  -Claro que las veo.  –Son para iluminar este sótano.  Por ahí examino los zapatos de las personas que pasan, los tobillos de las mujeres.  Por los pies averiguo si tienen trabajo o han comido bien en su infancia. Mirando “del tobillo abajo” imagino el resto del cuerpo.  Aplico el mismo método a la política.

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