A PLENO PULMÓN
Vida de Juan el Ñoño

<STRONG>A PLENO PULMÓN</STRONG><BR>Vida de Juan el Ñoño

Juan el Ñoño vivió en Santo Domingo en el año 2024.  Supe de su existencia desdichada a través de un “email”. “Señor F.H.G.: me han informado que usted tiene interés especial en conocer “historias de la ciudad colonial”.  No soy historiador, por tanto, no puedo decirle nada referente al siglo XVIII o al XIX; me han contado, eso sí, acerca de muchos sucesos ocurridos en la ciudad colonial durante el siglo XX.  A algunos de estos acontecimientos he asistido yo mismo.  He presenciado varias transformaciones en el “estilo de vida” de los habitantes de la vieja “Ciudad del Ozama”.

“Sin embargo, lo que sigue a continuación de esta nota es el texto que recibí de manos de un joven, con aretes en ambas orejas, quien me detuvo en la calle 19 de Marzo, frente a la famosa “Casa del Tapado”.  Pensó que yo podía ser “mensajero apropiado” para que usted se enterara del caso de Juan el Ñoño.  El sujeto de los aretes me dijo al entregarme el papel: soy un “sociólogo diacrónico”; estoy estudiando los cambios sociales en la ciudad antigua y en Gazcue.  Hago “proyecciones”.  Tengo un campamento de investigación en el cementerio de la Avenida Independencia.  Entrevisto personas mayores “desquiciadas” y delincuentes menores de edad”.

“Juan el Ñoño sufrió una depresión severa en el año 2024 al ver el desconcierto general en que vivían los habitantes de la ciudad donde él había crecido.  Tengo datos concernientes a sus padres y abuelos.  Aunque el Ayuntamiento del Distrito Nacional colocó cruces en las tumbas judías, logré identificar la mayor parte de los sepulcros.  Hace muchos años se concedieron contratos para poner cruces a las tumbas que no las tuvieran, sin importar que los muertos fueran cristianos o judíos.  Juan desoyó los consejos de familiares y amigos que recomendaban no dejarse aplastar por el ambiente enrarecido que reinaba entonces.  “Ahora no es posible permitirse debilidades, ni ñoñerías”;  “hay que salir todos los días dispuesto a empuñar un garrote”.

“Juan fue educado para vivir tiempos “menos revueltos”. Su abuelo Francisco Gnoneaux, alias Ñoñó, murió de un susto en 1965, tras caerle un obús en el patio.  El nieto, Juan el Ñoño, “no resistió” la presión posterior”.

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