A PLENO PULMÓN
Vidas concomitantes

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Don Emilio García Gómez fue “asesor diplomático del generalísimo Franco sobre el mundo musulmán”.  A pesar de ello, le llovieron piedras después de la publicación de “El collar de la paloma”, traducido por él al castellano, con prólogo de Ortega.  El arabista y académico de la historia, era veinte años menor que Ortega; pero tenían una estrecha amistad.  Según cuenta Gregorio Morán, el traductor de Ibn Hazm de Córdoba escribió a Ortega: “Creo que bastarían unas pocas páginas[…] aunque voy a verle esta tarde, no le diré nada, ni volveré a decírselo”.  Estas palabras acompañaron el original de la traducción. 

Frecuentemente García Gómez era invitado al Palacio de El Pardo, residencia habitual de Franco. Morán consigna en una nota la información amistosa del arabista a Ortega: “no me ha faltado mi rey árabe correspondiente, en esta ocasión el de Libia.  Comí con él, invitado en El Pardo, Franco estuvo muy amable”. La publicación del prólogo enojó a muchos historiadores.  El asunto de la homosexualidad de atenienses del siglo IV o de árabes del siglo XI, era cuestión menor al lado de la forma divergente en que europeos y árabes interpretaron y transmitieron la cultura griega.  Ese es el centro del conflictivo prólogo orteguiano.

 Ortega podía escribir en Argentina o Tánger, pero no en la península ibérica.  Morán piensa que esos constreñimientos, en hombre acostumbrado a la actividad pública, literaria y política, terminaron por destruir su salud.  Antes de la guerra civil Ortega fue el niño mimado de la intelectualidad española.  Después quedó reducido a cascajo de otros tiempos.  Se sabe con certeza que la cancillería de España hizo gestiones ante el gobierno sueco para que no se concediera el Premio Nobel de Literatura a Ortega.  Preferían a Menéndez Pidal.

 Ortega no sólo escribía bien en lengua española, sino que influyó sobre nuestro idioma, “imponiendo” neologismos y maneras de decir.  Concibió ideas generales para estudiar los fenómenos históricos. Y creó categorías filosóficas nuevas con las cuales aprehender hechos humanos escurridizos.  Nada de esto es útil en un gobierno despótico.  Ibn Hazm de Córdoba sufrió entre los reyezuelos árabes un destino parecido al de Ortega.  Intelectuales separados por nueve siglos, aparecen juntos con cada edición del libro.

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