A PLENO PULMÓN
Vidas sin desenlace

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Solamente en los mundos cerrados de las novelas tradicionales, las cosas tienen “introducción, nudo y desenlace”, como exigían las viejas preceptivas literarias.  En esos mundos programados, conclusos, artificiosos, el novelista podía enderezar o torcer a su antojo los caminos de los personajes.  Pero la vida no siempre tolera esa “sumisión a las reglas”, no importa que sean reglas morales, estéticas, lógicas, legales.  El flujo de la vida es un torrente continuo, que no para, que sigue su curso a través de los tiempos, los obstáculos físicos, las voluntades individuales.   Poquísimas historias acaban como quisieran las personas involucradas en los sucesos.

En vez de ser “introducidos” en la vida, parece más bien que somos sumergidos en ella, lanzados al oleaje de las luchas humanas.  Súbitamente, nos encontramos en un pleito callejero, en una guerra civil, en una contienda internacional.  Las mayores conmociones políticas –Revolución Francesa, Revolución Bolchevique, Segunda Guerra Mundial- son estudiadas minuciosamente después que han terminado, cuando están convertidas en “hechos de la historia”.  Los protagonistas fueron unos pocos; y los espectadores, millones. A muchas personas que sufrieron estos acontecimientos, les parecieron absurdos, inexplicables.  No querían estar donde estaban; pero no podían salir del sitio; tampoco los dejaban huir del lugar.

 Por los gritos y aspavientos de los vecinos llegamos a saber del incendio que amenaza nuestra vivienda, mucho antes de sentir el calor del fuego en la piel.  Los “nudos dramáticos” propios de la literatura –teatral o novelesca- representan momentos culminantes de la acción.  La retórica antigua llamaba “clímax” al punto más alto del desarrollo narrativo.  De ahí en adelante se “desciende”, como por una cuesta, hacia el desenlace.

En las vidas de los hombres y los pueblos existen asuntos que no parecen tener “desenlace”.   Por lo menos, no los han tenido durante varias generaciones.  Para fines novelescos es como si no los tuviesen en el futuro previsible.  Los problemas de algunos países asiáticos son “de larga duración”.  Cambian los nombres geográficos en los mapas: Cochinchina, Tonkin, Camboya, Indochina Francesa, Vietnam.  Pero lo demás permanece igual, empeora o cambia ligeramente.  Las vidas individuales quedan en suspenso, no tienen “desenlaces” satisfactorios.  En el Oriente Medio, árabes e israelíes sobreviven enfrentados sin “desenlace a la vista”.

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