A PLENO PULMÓN
Vidas sin notoriedad

<STRONG>A PLENO PULMÓN<BR></STRONG>Vidas sin notoriedad

Los periodistas entrevistan grandes personajes de la vida política, de la literatura, de los deportes; también empresarios industriales, banqueros; con frecuencia hacen reportajes sobre la vida de artistas: cantantes, pintores, actores de cine.  Siempre se trata de individuos importantes, cuyas opiniones pueden despertar interés en el público.  Nada tiene de extraño que así sea; eso es lo “normal” y acostumbrado.  ¿Para qué entrevistar a alguien que no tiene nada que decir?  ¿A un sujeto a quien nadie conoce?  En últimas cuentas, el periódico es para que la gente lo abra y lo lea.

Por eso no es frecuente que los periódicos entrevisten barrenderos, mendigos, vendedores de objetos de basurero.  Si corre el rumor de que un vertedero de desperdicios causa infecciones de la piel, tos o irritación en los ojos, los periodistas corren al lugar y allí topan con “el buzo”, un especialista que vive inmerso en basura.  Pero no le hacen preguntas para saber como sobrevive sin contaminarse o si ya sufre enfermedades crónicas.  Ese “buzo” podría tener opiniones “heterodoxas” acerca de la política, la economía o la higiene.  ¿Cuál es el rendimiento neto del trabajo de “un buzo”?

 He oído decir que todo vertedero es, en realidad, una mina; que dentro de la basura aparecen relojes, joyas, monederos perdidos, plumas “de marca”.  Con sólo escarbar un poco el “buzo” logra explotar su yacimiento; no tiene que firmar un contrato con el Estado para “aprovechamiento del subsuelo”.  ¿Se han tomado fotografías de las manos sucias de los “buzos”?  ¿Existe alguna “federación de buzos”?  Se dice que los buzos se disputan los lugares donde llega “la mejor basura”.  Los metaleros exportadores de chatarra tienen excelentes relaciones con “buzos” de los vertederos, que les suministran continuamente bronce, aluminio, acero.

 ¿En qué condiciones viven los familiares de “un buzo”?  ¿Poseen electrodomésticos “reciclados”, obtenidos en el vertedero?  Tal vez algún literato desempleado se anime un día a explorar “la vida oculta de los buzos”.  Su vida pública la conocen los camioneros que transportan basura, los compradores de chatarra de cobre; pero pocos saben que algunos “buzos” han sido asesinados para despojarlos de sus hallazgos valiosos.   Los encuentran, semanas después, enterrados bajo la basura de la cual han vivido.

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