A PLENO PULMÓN
Vocablos envenenados

<STRONG>A PLENO PULMÓN<BR></STRONG>Vocablos envenenados

Todos los días debo cumplir con la obligación de colocar palabras, unas al lado de otras, hasta formar frases u oraciones “con sentido completo”, como solía decir Alicia Cruzado, la maestra más hermosa que tuve en la escuela elemental.  Con las palabras podemos construir unos “miradores textuales” que nos pongan en contacto con el mundo y con los temores y angustias de los demás. 

Cada vez que me pregunto: ¿acerca de qué escribiré hoy? descubro  que las cosas que me rodean son las que inflan de sentido ciertos vocablos, deprimen unos y descartan totalmente el uso de otros.  Parece un asunto neumático; unas palabras se llenan de aire, otras exhalan todo el oxígeno.

 Vivimos una época sacudida por dolorosos conflictos económicos y políticos, étnicos y religiosos.  Los atropellos que sufren los habitantes de algunas ciudades, merecerían amplios reportajes periodísticos, estudios sociográficos, poemas o novelas, que nos transmitan la intensidad de los sufrimientos de la gente de Damasco, Ciudad Juárez o Kabul.  Pero solamente leemos escuetas menciones: hallan 14 cadáveres en Tamaulipas; los cuerpos fueron “desmembrados”; estaban en el interior de un vehículo de carga “abandonado frente a la alcaldía”.  Esto implica una burla a las autoridades del lugar.  Otras veces la reseña explica: “masacran ochenta más en Siria”.  Está sobrentendido que son personas y no cerdos, pues esas noticias llevan insertos con los antecedentes.

 En Afganistán, 40 personas han muerto y “varias docenas fueron heridas” durante un atentado suicida.  Un terrorista en una motocicleta “detonó una carga explosiva”.  Al acercarse la gente a ver los resultados de la explosión y a socorrer los heridos, otro terrorista hizo estallar un segundo paquete de explosivos.  Y la sangre corrió de nuevo en esa convulsa región del Cáucaso.

 Cuando los rusos invadieron Afganistán, los norteamericanos ayudaban programáticamente a los afganos; al invadir los EUA ese país, los rusos comenzaron a colaborar con los afganos.  En Siria, las matanzas de Bashar el-Assad no pueden ser detenidas, a pesar de los esfuerzos de la Liga Árabe y de la ONU, porque Rusia y China defienden el gobierno genocida de el-Assad.  La palabra misericordia se ha vuelto un arcaísmo; piedad es una voz ausente de los periódicos.  Política es un vocablo envenenado.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas