A PLENO PULMÓN 

A PLENO PULMÓN 

La absorción cultural.
Las naciones grandes influyen sobre las pequeñas.  Esa es la regla.  Los países poderosos pueden dominar a los países débiles, como es tradición consabida.  Pero también consiguen influir por su prestigio cultural, por sus técnicas de producción o estilos de vida.  Grecia, Roma, Austria, Francia, EUA, han sido en el pasado culturas modélicas.  Los demás países miraban hacia ellas queriendo imitarlas  o reproducirlas.  La dominación por la fuerza pasaba a ser dominación por la lengua, por el derecho o por los métodos de construir obras públicas.  El acueducto romano de Segovia sigue produciendo  asombro en nuestros días.  Nunca dejará de estudiarse la filosofía griega y el derecho romano. 

 En esta época desconcertante todos los países están bajo la influencia de los norteamericanos.  La influencia política no es necesario mencionarla; me refiero a la música, a la comida, a las modas de vestir, a las costumbres sociales, a la manera de gestionar los negocios, de arreglar una cocina o un “living room”.  En todo el mundo se usa ropa para trotar; el “jogging” se tiene por un hábito muy saludable.  La clase media de cien países no puede vivir sin horno de microondas y otros muchos electrodomésticos.  El cine y la TV “mundializan” los gestos y actitudes de actores, cantantes, personajes de la industria y la política.

 Las virtudes y los defectos son imitados con la misma constancia y energía.  Las ancianas quieren parecer jóvenes; creen que la cirugía y el maquillaje las librará del envejecimiento.  El culto del cuerpo, justificado en muchos aspectos, adquiere a veces ribetes ridículos o contraproducentes.  El deseo de parecer un gran magnate capitalista de los EUA ha conducido a hombres de negocios del tercer mundo a la quiebra o a la cárcel.  El uso de drogas y de bebidas energizantes forma parte de la cultura de muchos países desarrollados.

 Los romanos vomitaban para volver a comer; también en eso eran imitados por los pueblos colonizados.  La llamada “penetración cultural” llega a Asia, África, la Polinesia.  En todas partes, jóvenes y viejos, envían “mensajes de texto” desde un “Blackberry”.  Algunos se dan “un pase de cocaína”; y en los “resorts” de las islas antillanas los hombres comen “suchis” dentro del “spa”.

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