A propósito de Gilbert, ¿por qué se consume alcohol, se oye música y se hace algarabía en entierros de «delincuentes»?

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En muchos casos de muertes de presuntos delincuentes, es común que el velatorio y el sepelio se realicen de forma distinta a como lo hacen la mayoría de las personas. Se consume alcohol, se oye música y se hace algarabía.

Al ser consultado acerca de la lectura que puede tener este hecho, el sociológo Juan Montero, precisó que este tipo de conducta da muestra de que el contexto en que se forman estas personas, las mueve a buscar cierta notoriedad social, por sentirse marginados y excluidos.

“La estridencia con la que se despide a un difunto revela la forma en que vivió esa persona”, indicó Montero, al considerar que en muchos casos son seres que habitan en sectores marginados, donde se desarrollan en escenarios violentos.

Agregó que además de esto, influyen los elementos culturales y religiosos, así como la clase social de la gente.

“Es muy difícil que se vea a una persona de clase alta realizando un funeral de manera estridente”, dijo Montero.

Puntualizó que a veces, antes de morir, este tipo de personas externan la manera en que quieren ser enterrados.

Sobre la presencia policial. Habló también acerca de la presencia de la Policía en los actos funerales de personas que mueren en presuntos intercambios de disparos, al calificarla cómo una provocación para los familiares del muerto que tiene nque ver el cadáver de la víctima junto a sus agresores.

Manifestó que la presencia policial en los velatorios y entierros de presuntos delincuentes muertos en manos de agentes genera más violencia.

Entierro de “Gilbert”. El desorden mayúsculo creado por amigos, vecinos y “colegas” de Junior Javier Minaya Guzmán (Gilbert) obligó a los agentes policiales que custodiaban el cortejo fúnebre del supuesto pandillero a lanzar bombas lacrimógenas para dispersarlos.

En su recorrido hacia el cementerio Cristo Rendentor, más que un entierro el cortejo parecía en ocasiones una movilización y en otras una fiesta de despedida de quien fue sindicado como jefe de la principal banda de microtráfico  de Guajimía, en Herrera.

Cerca de 100 efectivos custodiaron el cortejo fúnebre con armas largas y cortas como una previsión ante la posibilidad de desorden.

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