A propósito de la fusión con Haití

A propósito de la fusión con Haití

Francia, EUA, Canadá y hasta Vene- zuela abogan por unificación RD-Haití

Los acontecimientos recientes acaecidos en Haití han traído a colación la voluntad de algunas naciones de realizar una unión de Haití con la República Dominicana, un hecho que a todas luces no cuenta con la anuencia de la casi totalidad del pueblo dominicano, solo algunos desfasados casi todos provenientes de partidos de izquierda, son los partidarios de tal despropósito.

Estos trasnochados cuyos sueños serían convertir una quimera en realidad, son los que profesan aquella frase célebre del entonces director del Listín Diario, Rafael Herrera “una idea tonta”; que sin embargo, no era tan necia como solía después explicar.

La República Dominicana, como lo afirmara el célebre internacionalista Carlos Sánchez y Sánchez, ha tenido el infortunio de tener un mellizo trágico, que por tener el mérito de haber sido el segundo país en América en obtener su independencia en el año 1804, cree que el territorio de la isla que comparte hacia el Este debería estar bajo su dominio como lo estuvo por veintidós largos años, por razones obvias, habían derrotado al general Leclerc, cuñado del emperador Bonaparte, quien lo había enviado a someterlo y mantener la colonia como parte del Estado francés y además tenían el mérito indiscutible de haber liberado a los esclavos.

En la actualidad, varias naciones importantes, tales como Francia, Estados Unidos, Canadá y hasta Venezuela abogan por la unificación de las dos repúblicas. Ese último país, lo hace en agradecimiento por haber recibido el Libertador Simón Bolívar una goleta y pertrechos para ser utilizados en su campaña libertadora. Sin embargo, este, cuando Núñez de Cáceres en 1821, como ejecutor de la Independencia Efímera le solicitó afiliar el país a la Gran Colombia, obtuvo la callada por respuesta.

Hay un ciudadano al cual se le atribuye, no solo querer la unificación de la Hispaniola, sino que ha sido catalogado como el promotor del nuevo orden internacional, que propicia la eliminación de las fronteras entre los países, lo cual equivale a la libre circulación entre ambos territorios. Ha sido también el impulsor de la migración árabe y africana en Europa. Afortunadamente, aunque es inmensamente rico, tiene ya casi 89 años y si hay algo que el dinero no puede comprar, es la salud ni los años de vida.
Las redes sociales mediante el Internet, también traen confusiones a veces, muy peligrosas. Por ejemplo, circula esta: “Joe Biden considera a la unificación de la isla entre una de las posibles soluciones a la situación que atraviesa Haití”. Agregando, “como islas hermanas creo que los dominicanos podrían dar ese último paso y abrir las fronteras. Así disfrutan de la diversidad y riquezas que ofrece Haití”.

Por supuesto creemos que estas afirmaciones atribuidas al presidente Biden son una falacia, ya que de ser así, él estaría de acuerdo abrir la frontera con México, lo cual permitiría, no solo la entrada masiva de mexicanos, sino de todas las repúblicas centroamericanas que hasta forman desfiles de miles de sus ciudadanos para llegar a los Estados Unidos de América, en busca de una mejor vida.

El peligro de las redes sociales es tal, que ahora, con el levantamiento de una parte del pueblo de Cuba, los cuales claman “patria y libertad”, ya que consideran que sesenta y dos años de un régimen comunista (del cual recientemente muchos se dieron cuenta que se trataba de una dictadura), les imposibilita realizar las funciones que desean. Ante estas manifestaciones y para que no sean conocidas en el mundo, el Gobierno cubano decidió cortar el Internet.

En los momentos actuales, en la investigación sobre el magnicidio del presidente de Haití, se ha querido relevar el rol jugado por nuestro país.
Se asevera que ese atentado fue concebido en un hotel de Santo Domingo y que varios de los sicofantes colombianos utilizaron la vía aérea para desde nuestro país pasar por tierra la frontera. Ya consumado el hecho no creemos que nuestro país pueda ser acusado de ser cómplice en tan bochornoso incidente.