A propósito de la Ley General de Sociedades Comerciales

A propósito de la Ley General de Sociedades Comerciales

Se entiende que el espíritu de una ley debe ser el de beneficiar a una mayoría de la sociedad. Sin embargo hay veces que ciertas leyes no se hacen en consonancia con esos propósitos. Tal parece ser el caso de la ley que entrará en vigencia a mediados de este año en curso: la número 479-08.

Está claro que debe de haber regulaciones claras para la formación de sociedades y empresas, pero cuando estos procesos son complejos y burocráticos hay que sopesar que se desea abarcar un universo comercial ya creado, aunque muchas veces con imperfecciones, pero que están produciendo empleos y beneficios al fisco.

El solo hecho de fijar montos de capital social elevados como de treinta millones de pesos para una compañía por acciones es ya un escollo para miles y entendemos no solo que va en contra del libre comercio sino que se convierte en un requisito elitista y separatista de la mayoría ya establecida.

En tiempos de crisis el Gobierno debe dar facilidades a la libre empresa para aumentar su productividad. Aumentar los costos de una empresa en estos tiempos es contraproducente porque lo que parece ser una fuente de ingresos para el fisco es un arma de doble vía a la larga.

No hay dudas que deben existir muchas compañías fantasmas e inactivas en nuestro país pero el Estado tiene mecanismos para detectarlas y eliminarlas si así fuese el caso o exigirles su actualizaciones de actividades. A simple vista de la impresión que con la ley 479-08 solo algunos serán beneficiados y una gran mayoría perjudicada. Se quiere en la misma aplicar conceptos foráneos que solo son aceptables en países con mayor nivel de educación y productividad que el de nuestro país.

En principios una ley que no parece haber sido discutida ampliamente en el sector empresarial, que tampoco está dejando suficiente tiempo para ser estudiada y mucho menos para ser adecuada a las sociedades comerciales existentes debe ser aplazada su puesta en vigencia.

En el último año el comercio ha pasado por grandes transformaciones fiscales que si bien han producido enormes beneficios al fisco no es menos cierto que aun están en proceso de adecuación y perfeccionamiento en el sector privado. Llámese a esto los comprobantes fiscales.

Si ahora agregamos el tema de la ley de sociedades estamos llevando a ese mismo sector productivo a “mil por hora” consiguiendo frustración y desconcierto.

No matemos la gallina de los huevos de oro…

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