A propósito de un centenario

A propósito de un centenario

R. A. FONT BERNARD
La conmemoración del primer centenario del nacimiento del doctor Joaquín Balaguer, el día 1 de septiembre próximo venidero, me convoca a rememorar los días iniciales, del más dinámico y creador período de gobierno de nuestra vida republicana, el presidido por él, a partir del 1966.

Lo recuerdo con justificada nostalgia, leyendo su dramático discurso inaugural, en el que tras denunciar, que recibía un país proclive a colapsar institucionalmente, se disponía establecer un severo plan de austeridad, en cuya aplicación actuaría, – como lo dijo gráficamente-, “semejando un bisturí sobre las llagas que sería necesario extirpar a sangre fría”.

Con ese propósito, el recién juramentado presidente de la República, dispuso, una reducción de un cincuenta por ciento en los sueldos de los altos funcionarios del Estado, incluido el suyo, la prohibición de importar automóviles por un período de seis meses; el control de los vehículos oficiales a cargo del Ejército Nacional; una poda a fondo en el servicio exterior de la República; y una transitoria modificación de la ley relativa a los días festivos y conmemorativos. Con la advertencia, de que sólo él, quedada autorizado a disponer erogaciones a cargo del Presupuesto de la nación, controlando a la vez, las compras en que incurriese el Estado.

Al cumplirse el primer mes de su ejercicio como jefe del Estado, el doctor Balaguer inició la construcción, de los primeros edificios multifamiliares de interés social. Y puso en venta, el yate propiedad de la familia Trujillo, para financiar la construcción y reconstrucción de los caminos vecinales. Al cierre del año, dispuso el inicio de los trabajos de construcción de la presa de Tavera, seguida por la de Valdesia, ambas con recursos económicos originados con el ahorro interno, aunque Tavera contó con parte de un crédito del BID y la AID.

La dinámica presidencial requirió que todo el equipo gubernamental, – ejemplarizando él -, agotase un horario de trabajo, a iniciarse a las ocho de la mañana, con una actividad ininterrumpida hasta las diez de la noche, inclusive los días sábado, y ocasionalmente el domingo. Los viajes oficiales al exterior, quedaron suspendidos, salvo los autorizados personalmente por el Presidente.

Fue la ejecución del plan de austeridad, que favoreció la rápida recuperación económica del país, y con ella, la instalación de sendas unidades termoeléctricas en los municipios de Haina y Puerto Plata, respectivamente.

Pero la dinámica gubernamental prosiguió sin pausas, con el anuncio de los trabajos de construcción de las Avenidas “27 de Febrero”, “Winston Churchill” y “Kennedy”, en la ciudad de Santo Domingo. En ese lapso se destruyó la mansión de la familia Trujillo, para construir sobre sus cimientos la Plaza de la Cultura, seguida por la Presa Jiguey-Aguacate, el Mirador del Sur y la reconstrucción de la Ciudad Colonial.

Y mientras se ejecutaba ese multimillonario programa de Obras Públicas, destinado a transformar la estructura física del país, el Presidente Balaguer le dio cara al laborantismo subversivo, personificado en el fracasado golpe militar lidereado por el general Wessin y Wessin y al irracional y emotivo acoso de la llamada “izquierda revolucionaria”, que en apariencias ignoraba, que nuestro país era el epicentro de la Guerra Fría en el litoral centroamericano y del mar Caribe, con la instalación del Comando Sur del Ejército norteamericano, con asiento en Panamá. Se combatía, con el auxilio de los gobiernos militares de la Argentina, el Perú y el Uruguay, las guerrillas de los Tupamaros, los Montoneros, y el Sendero Luminoso. Fue la etapa de los secuestros, los asesinatos de militares y policías, de los incendios de las empresas comerciales e industriales y de los atracos a los bancos comerciales.

Cuando se produjo el temerario secuestro del coronel Donal Crowley, un veterano de la Guerra del Viet-Nam, el Presidente Richard Nixon se comunicó por la vía telefónica con el Presidente Balaguer, advirtiéndole que si el mencionado coronel fuese ajusticiado, él ordenaría una nueva ocupación del territorio nacional. Esto explica, aunque no lo justifica, que la persecución y el asesinato de los izquierdistas que participaron en esa temeridad, fuese realizada de manera selectiva, en el cumplimiento de órdenes emitidas desde el exterior.

Conste, para quienes lo ignoran, que la desarticulación del movimiento Los Palmeros, fue un trabajo de contrainsurgencia norteamericano, con la prevención de que éste sería el frente interno, en apoyo del inminente desembarco del Coronel Caamaño, por la región sur del país.

Tengo en mi poder la orden escrita y firmada por el Presidente Balaguer, ordenando la libertad del dirigente Rafael Chaljub Mejía, juzgado y condenado a dos años de prisión, por la comisión de un asesinato que no se le pudo demostrar. Y puedo demostrar los numerosos casos, en los que, cumpliendo órdenes del Presidente, me ocupé de proteger, inclusive con la salida del país, decenas de jóvenes perseguidos, con riesgos de sus vidas.

En la ocasión de la prercedentemente señalada fecha conmemorativa, revelaré públicamente, una serie de documentos, con los que contribuiré, a la vindicación histórica del doctor Balaguer. El vilipendiado doctor Balaguer, cuyas dimensiones históricas, se impondrán, definitivamente, en los planos superiores del siglo XX dominicano, donde permanecerá, como una activa fuente de inspiración y de conducta, para las futuras generaciones.

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