A propósito de una reforma policial

A propósito de una reforma policial

Se ha hecho hábito que cada nuevo jefe de la Policía declare que reducirá los índices de criminalidad y delincuencia común. Y que meses más tarde anuncie que la criminalidad ha bajado pero no así la percepción. Tienen razón los jefes, los hechos delictivos son una cosa y la percepción otra, y puede haber mayor o menor correlación entre ambas variables. Lo otro es que el jefe policial no es necesariamente el responsable de que aumente o disminuya la delincuencia, aunque ante la prensa y sus jefes inmediatos, el jefe policial se ve constantemente obligado a asumir la responsabilidad sobre el asunto. Porque, de hecho, los mayores responsables sobre la tasa de delitos somos los ciudadanos todos, pero, sin duda, el gobierno y la Policía tienen responsabilidad directa por una fracción importante, al menos de ciertos tipos de delitos: Tanto por la falta de planificación, de estrategia y otros aspectos de disciplina y disposición y administración de recursos.

Cuando se habla de reforma policial, uno quisiera enterarse de qué tipo de reforma se trata, y de quiénes están participando en la misma. Personalmente he tenido contacto con un buen número de oficiales de la institución y muy pocos de estos han sido consultados. Nadie puede despreciar la experiencia de los oficiales y los agentes, aún la de los peores o menos capacitados. Todos ellos tienen una historia, un enfoque y algo qué decir sobre su estadía en la Policía. Existen técnicas de investigación organizacional que pueden rendir altos dividendos sobre qué cosas cambiar y cómo hacerlo, y determinar dónde están las dificultades y las obstrucciones. Lo menos que debe hacerse en una reforma policial es estudiar por qué fracasaron las “formas” que se van a reformar.

Los estudiosos de las organizaciones policiales han desarrollado interesantes enfoques sobre la labor de la policía y del agente u oficial de la policía. Se proponen diferentes estrategias de organización, en cuanto a estructura y dirección, y sobre cuáles deberán ser los diferentes roles de los agentes en diferentes áreas territoriales y frente a diferentes tipos de delitos; que van desde el agente especializado en tratar con las gentes, el agente administrador o gerente de una zona, según esta sea comercial, residencial o turística, pacífica o riesgosa, o sean técnicos y analistas criminólogos. La Policía debe tipificar áreas y diferenciar funciones de acuerdo a las características de su sociedad.

Por lo cual no se debe improvisar sobre la materia, ni basta indiscriminadamente esquemas administrativos y operativos importados de países similares. La investigación policial primera no es necesariamente la criminológica, sino la sociológica. Conocer causas y modalidades de delitos, y de situaciones coyunturales y estructurales que producen delitos. Y cada agente debe ser reclutado y capacitado y equipado para su área y especialidad. Comenzando por estar bien comido y bien motivado. Y bien valorado, evaluado y compensado. Para todo eso hay técnicas de investigación y estrategias administrativas.

Pero siempre será importante saber de primera mano cuáles fallas tiene el actual modelo, y los veteranos saben bastante sobre ello.

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