¿A qué edad comienza la práctica del incesto?

¿A qué edad comienza la práctica del incesto?

Para nuestro autor, la práctica del incesto comienza en niños de entre 6 y 12 años. Pero las crónicas rojas publican frecuentemente que los padres, madres, tíos y abuelos no respetan ni a los recién nacidos. Y muchas veces estos actos incestuosos terminan en pérdida de la vida de los infantes.

Según el Dr. Romero, los incestos son cometidos “casi siempre, en un 80 ó 90 por ciento, por padres con trastornos mentales y que nunca buscan ayuda profesional, ya que tienden a negar su psicopatología” (p. 153). ¿Cómo realizan el incesto?: “Habitualmente el agresor no utiliza la violencia para cometer el abuso, sino que el contacto sexual se realiza a través de la manipulación y de un comportamiento compulsivo de los adultos quienes tienen necesidades patológicas que no pueden satisfacer con la mujer en el hogar o con otra mujer adulta, en el caso de los hombres. En el caso de las madres, el problema es similar.”

Lo monstruoso de esta conducta de la cual es únicamente responsable el violador, abusado a su vez durante la niñez, reside, según el Dr. Romero, en que “el contacto sexual se mantiene en secreto por muchos años ya que la víctima al ser menor [y carecer de fuerza para enfrentar al agresor, DC] tiene miedo a: 1) perder el amor y el apoyo de los padres, 2) miedo a que no le crean, y 3) a que se le castigue. Las víctimas del incesto temen ser expulsadas del hogar porque la patología parental determina que ellos han sido los responsables del abuso sexual debido a su capacidad seductora.” (p. 152).

Los padres irresponsables no saben el tremendo trauma que les causan a estos hijos abusados. Nuestro autor señala que tales niños en la adultez “tienen dificultad para interactuar en el contexto social, sexual, familiar y profesional. Entre los síntomas más frecuentes se encuentran la imposibilidad para interactuar con otras personas y un inmenso miedo a ser rechazados. Esto se debe a la baja autoestima que las lleva a establecer relaciones interpersonales indeseables. Además presentan frecuentemente síntomas orgánicos que carecen de una base específica como son dolores de cabeza, dolores musculares, tartamudeo, trastornos gastrointestinales y otros síntomas psicosomáticos.

También pueden presentar dificultad en conciliar el sueño y en ocasiones sufren de severos insomnios y pesadillas (…) Por las razones expuestas (…), muchas de estas víctimas al llegar a la adolescencia suspenden sus estudios, abandonan el hogar y comienzan a deambular sin rumbo fijo. En ocasiones se envuelven en situaciones peligrosas para su propia vida, como puede ser el uso de alcohol y drogas o involucrarse en bandas callejeras.” (Ibíd.)

Si esto nos parece poco para el infortunio de un niño, un adolescente o un joven que ha sido víctima de incesto por parte de uno de sus progenitores u otro familiar cercano, entonces habrá que buscar un nuevo nombre para el sufrimiento y el dolor.

El capítulo termina con tres puntos a los que hay que prestar mucha atención. 1) Cómo reconocer a las familias incestuosas, 2) Cómo comprender el abuso sexual en contra de los niños, y 3) los tipos de abuso sexual.

El capítulo 15 es un estudio de cuatro casos especiales de violencia en contra de la mujer (misoginia y no violencia de género) y el 16 analiza los casos de peloteros dominicanos de Grandes Ligas o Ligas Menores que tanto en los Estados Unidos como en nuestro país han ejercido violencia en contra de mujeres que han perdido la vida. El Dr. Romero analiza los casos de César Cedeño, Fabio Gómez, Luis –Güigüí Lucas– Saint- Clair, Ambiórix Burgos Marte, Alfredo Simón, Manny Ramírez y Willy Aybar, opuestos en conducta a un David Ortiz, quien en una campaña de apoyo a la no violencia en contra de la mujer declaró que él “solo le pega a la pelota, jamás a una mujer”.

En el capítulo 17 se trata de dos casos excepcionales de violencia intrafamiliar. El primero, de una mujer de 34 años maltratada por el padre en el hogar y con la actitud sumisa de la madre, la niña creció con una tremenda baja autoestima, la cual, de adulta disfrazó de lo contrario y se convirtió en rescatadora de todo el mundo, conducta que casi la lleva a su perdición. Reflexionó a tiempo y asistió a la consulta y pudo rehacer su vida (pp. 185-91).

Y otro caso excepcional de violencia, pero desafortunado, fue el de una señora que tenía una venta de cerveza en su propia casa. Una noche del año 2003, en una bebentina con un compadre y unos amigos, este la mató enterrándole un machete en la vagina luego de haberla violado junto a los demás compañeros de juerga. Adivinen lo que hizo la justicia con los acusados.

El capítulo 18 se titula “Armas de fuego”, pero yo le añadiría “en manos de irresponsables, sicóticos, esquizofrénicos y violentos”.

En manos de los irresponsables, las armas de fuego cortas, largas o blancas, y a veces de guerra, son las responsables de centenares de muertes en el país. Y se obtienen en el país al precio que usted quiera. Oficialmente basta con un Formulario 25 o una tarjeta de presentación de altos oficiales de las Fuerzas Armadas donde se diga que usted es “un amigo leal e incondicional” de los cuerpos armados  y de la Policía Nacional para que ande usted orondo con un arma de fuego, símbolo del machismo, del poder y de la ideología clientelar y patrimonialista que ha impedido la existencia en nuestro país de un Estado nacional verdadero.

Existe en el país una ley de control y prevención del porte y tenencia de armas de fuego y municiones (la 36 del Gobierno de García Godoy 1965), promulgada con la finalidad de recuperar las armas en manos de los participantes en la guerra patria de abril,  cuya drasticidad vino a redundar en beneficio de Balaguer, designado presidente por Lyndon Johnson, mandatario imperial de los Estados Unidos, pero no se cumple ni siquiera con la publicación de la Resolución 02-06 del hoy Ministerio de Interior y Policía. Y como expresa el Dr. Romero,  la ley que no se cumple permite realizar lo que prohíbe.

Esa permisividad es la responsable de que una parte del monopolio de la violencia de la caricatura de Estado que nos gastamos esté hoy en manos de particulares que van desde los narcotraficantes, los  lavadores  de activos, los delincuentes grandes y pequeños y hasta particulares de las clases media y baja que se permiten el lujo de contratar a sicarios del bajo mundo para realizar ajustes de cuenta con enemigos o con sujetos con los cuales han tenido problemas personales. Es decir, que desde hace unos ocho años existe en nuestro país un sector, todavía pequeño, que ha decidido hacerse justicia con sus propias manos. ¡Tremendo peligro para la sociedad!, pero comprensible en un país donde no hay un Estado nacional verdadero, sino una vasta federación de clientes y políticos patrimonialistas, integrada por habitantes de lo que Américo Lugo llama “porción de humanidad” para referirse al pueblo dominicano, incapaz, hasta hoy, de construir un Estado nacional.

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