¿A quién beneficia?

¿A quién beneficia?

Días antes de las elecciones de 1966, Juan Bosch, candidato del Partido Revolucionario Dominicano, dijo que los electores  fueran a votar con palos y piedras.

Esa infeliz y torpe recomendación era el último eslabón para justificar su tímida gestión durante la campaña electoral donde inauguró la radiopresencia, ya que no salió de su casa a realizar la campaña.

Una campaña electoral tiene innúmeros ingredientes que se emplean con el ánimo de convencer al elector de la bondad del discurso, de la seguridad de la ejecución, de la seriedad y honradez del candidato, de su respuesta a la gente que se le acerca y otros factores y condiciones más.

Uno de los otros ingredientes es el uso del poder de los medios de comunicación masiva, a fin de llevar al elector la voz, la imagen y las propuestas del candidato.

Los predicciones son sólo eso, predicciones, es decir, lo que se dice cuando se piensa que algo va a ocurrir como uno pre dice, como uno dice por adelantado, en un ejercicio de futurología que puede o no ser cierto.

Es, como un ejercicio de adivinación.

Es obvio que la bola de cristal del candidato ingeniero Miguel Vargas Maldonado estaba empeñada cuando la buscaron para preguntarle al espejito quién sería el ganador.

La publicación de datos falseados, de supuestas encuestas que arrojaban  resultados favorables a un candidato cuya bolsa generosa e inagotable usó los recursos como echar mucho azúcar al mar para endulzarlo, dar a conocer como nuevos datos antiguos y la repetición malsana de mentiras, auguraban la posibilidad de ventarrones y problemas.

Aunque el adversario del ingeniero Hipólito Mejía cambió los palos y las piedras por trozos de tablas pintados de blanco, las votaciones transcurrieron, como siempre, de manera pacífica y ejemplar: el pueblo votó masivamente y con entusiasmo.

En la calle, vehículos públicos,  colmados, colmadones y supermercados, en los mercados, en todos los sitios se manifestaba la decisión de votar en la Convención.

El pueblo votó y como no acudieron a las urnas los 200 mil electores miembros del Partido de la Liberación Dominicana, las tablas de Miguel Vargas no fueron usadas.

Jugaban azuanos y barahoneros un importante partido del campeonato regional de béisbol. El azuano da un tremendo batazo entre los bosques izquierdo y central. El árbitro, barahonero, grita: foul ¡y  me voy!

No pregunte, ganó Azua, lo del árbitro fue la “miguevargada” de aquel campeonato.

Las  mentiras, votos comprados, y exclusiones se convirtieron en la cosecha de la derrota. Busquen votantes inexistentes  ¿a quién beneficia la situación interna del PRD? ¡Al enemigo¡ Cualquiera piensa que se trabaja para el contrario.

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