A quien competa parar este abuso

A quien competa parar este abuso

Si bien es cierto que las alzas constantes en los combustibles han provocado aumentos significativos en los costos de todo cuanto se produce, hay precios de artículos de la canasta familiar que son despiadadamente abusivos, y algo debe hacerse para contrarrestar este abuso.

Causa indignación el   hecho de que un huevo de gallina cueste en granja RD$1.70 y que llegue al consumidor a entre RD$4 y RD$5, a través de supermercados y colmados. Lo mismo puede decirse de la carne de pollo, que llega a las familias a más del doble de su precio en granja. Esa situación afecta a todos los renglones de origen agropecuario. Entre la intermediación y la voracidad de los comerciantes se están tragando porciones significativas del presupuesto familiar, del poder adquisitivo de la gente.

Pero los abusos no se limitan a los renglones alimenticios. Por ejemplo, los pañales desechables, cuyo arancel cayó a cero desde que entró en vigencia el DR-CAFTA, no han bajado de precio a pesar de que el desmonte arancelario redujo la base de aplicación del Impuesto a la Transferencia de Bienes Industrializados y Servicios (ITBIS). Hay precios que aumentaron cuando la tasa de cambio  era de  más de RD$50 por US$1, pero aunque la estabilización monetaria la redujo  esos precios se han mantenido abusivamente altos. Sería justo que quienes tienen competencia para buscar soluciones, eliminen este precursor de pobreza.

 

A costa de los más desvalidos

Nuevamente los médicos vuelven a tomar como ariete a los más desvalidos para tratar de forzar que sean satisfechas sus demandas salariales. Ya hemos dicho anteriormente que respaldamos que a los médicos se les pague un salario digno por la importante labor  que desempeñan en la sociedad, pero repudiamos su método de paralizar los hospitales que le garantizan atención en salud a la población que más necesita de sus servicios.

Los dirigentes del Colegio Médico Dominicano parece que no han captado el hecho de que las huelgas en los hospitales no han sensibilizado a los gobiernos como para acceder a sus reclamos, pero sí han provocado perjuicios entre los pobres que carecen de alternativas para procurar su salud. Es preciso que se agoten los recursos de la mediación y el diálogo, y que médicos y autoridades distiendan sus posiciones en aras de un arreglo. Paralizar los hospitales es un acto repugnante y abusivo.

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