¿A quién le hacen caso los hijos?

¿A quién le hacen caso los hijos?

Hace unos días, una participante en mi seminario de retórica me expresó: “Cuando mi esposo le dice a los muchachos que hagan algo lo hacen. Yo tengo que decirles varias veces y hasta que no me incomodo, no se mueven. Muchas veces termino haciéndolo yo misma. ¿El truco es la forma en que les habla?”

Detrás de este comportamiento hay una historia. Por lo general, las madres tienden a amenazar y el padre a actuar. No es cuestión de género, he visto papás que tampoco ejercen un poder persuasivo ante sus vástagos, menos en el trabajo.
Cuando damos órdenes sin el firme convencimiento de ejercer las consecuencias, nuestras palabras se desvanecen camino al cerebro de nuestros comandados; ya sean hijos, sobrinos, colaboradores, etc. Y si subimos el nivel de los castigos es peor… mientras más fuerte, más improbable será que lo apliquemos.
Recuerdo un antiguo chiste que decía que en el manicomio un enfermo mental se subió al asta de la bandera. Los doctores y ayudantes le pidieron con insistencia que bajara, pero hizo caso omiso. Lo amenazaron infructuosamente con cortarle el asta. Luego vieron a otro interno acercarse al asta, le indicó algo y de inmediato bajó. Los médicos le preguntaron:
–¿Qué le dijo para que bajara?
–Le expliqué que si no bajaba le iba a cortar el palo.
–Nosotros también le dijimos eso.
–Pero él sabe que yo soy loco, yo sí se lo corto.
La persona que amenaza y no cumple crea una reputación y los comandados comienzan a extender sus fronteras, como explico en mi libro “Migomismo II – Su inteligencia emocional interpersonal”. Si les decimos a los niños que apaguen la TV y se acuesten y lo repetimos una vez más, los hijos esperarán la tercera llamada. Si ésta es idéntica a las anteriores, la frontera se llevará a la cuarta convocatoria. Normalmente terminará en ésta o la quinta… cuando nos enojamos y nos incomodamos con fuerza.
El papá es, por lo general, más categórico que la madre. En la segunda, ya perdió la paciencia y armó un escándalo. Por lo mismo, los hijos tienden a reaccionar a más tardar en esa evocación.
¿Se atreve a dar su próxima orden de manera categórica, sin amenazar y con la decisión firme de implementar las consecuencias requeridas?

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