Cuando el recordado profesor Dr. Carlos Sánchez y Sánchez, quien se definía como descendiente directo del patricio Francisco del Rosario Sánchez, impartía el curso Derecho Internacional en las aulas universitarias, explicaba el problema fronterizo con Haití, sin dejar de manifestar su preocupación y temor frente al peligro que representaba para nuestra soberanía la ocupación de nuestro territorio por el vecino, lleno de miseria y de pobreza siendo la otra opción “tirarse al mar”, lo que no iba a suceder.
Ese razonamiento, comprensible, es el mismo que provoca la creciente corriente migratoria de dominicanos y dominicanas que se valen de cualquier medio para marcharse y abandonar su país, sin olvidarlo, procurando mejorar su suerte, ganarse la vida como dé lugar en países lejanos y extraños, cosa que su país no le ofrece, vencida toda esperanza.
El profesor Sánchez y Sánchez creía en la superioridad racial y cultural. El predominio de la raza blanca, siendo mulato, frente al terror de la cercanía de una raza inferior, de esclavos negros, africanos, con otra lengua, otra religión, otra cultura, tesis sustentada por eminentes historiadores e intelectuales de la talla de Emiliano Tejeda, José Enrique Bonó, Monseñor Meriño, Fabio Fiallo, Manuel Arturo Peña Batlle, Joaquín Balaguer y demás hijos del despotismo ilustrado, creyentes de que “existen hombres superiores destinados para gobernar y otros destinados a ser gobernados; dicho de otra manera: el hombre es desigual sea por la educación, la raza, o una constelación de factores socioeconómicos y culturales” lo que no significa, en modo alguno, entiéndase que sea expoliado, vejado, negado o privado de los derechos fundamentales de todo ser humano. (Ver Antonio Avelino. “Brevísima selección sobre ideas políticas”).
De eso trata el Pacto Migratorio Mundial propuesto por Naciones Unidas, no de otra cosa. Pero ¿a quién le importa su verdad? El papa Francisco se pronunció a su favor. También el presidente Danilo Medina, hace apenas tres años (2015). Pero las circunstancias han cambiado. El señor Presidente, político sagaz, autodefinido como un hombre pragmático, actúa de acuerdo con las circunstancias y sus intereses políticos, no por razones de humanidad ni de soberanía. Lo que realmente cuenta son los resultados; su reelección. Y esta es la situación analizada:1) Estamos en periodo pre-electoral; 2) Trump, molesto con las relaciones diplomáticas con la República Popular China, con un discurso patriotero, rechazó el Pacto; debemos respaldarlo. 3) Partidos de Oposición se suman al rechazo. Sin querer queriendo ganan simpatía y votos del sector ultranacionalista, de la derecha ultraconservadora, xenofóbica, anti haitiana. Hay que neutralizarlos. 4) A ello se suman la elite económica social, poderosos sectores de la construcción y del agro y otros que trafican y se enriquecen con el tráfico ilegal de haitianos explotados aquí y allá.
Un empresario del trasporte colectivo, de cuyo nombre no quiero acordarme, se destapa con este desafuero: no permitir que ningún haitiano, sea cual sea su condición, sea trasportado en mis autobuses. El Estado calla, el gobierno no se inmuta. Este es el país del “Laissez faire”, sin consecuencias para esta especie de serpiente venenosa.