¡A quiénes  responden nuestros legisladores!

¡A quiénes  responden nuestros legisladores!

Debemos empezar por establecer que la democracia, vocablo proveniente  del griego, se caracteriza por ser un régimen político en el cual el poder emana del pueblo y es ejercido por éste, de manera directa o indirectamente.  Esto no sucede en nuestro país, ya que los legisladores electos por las respectivas demarcaciones geográficas que representan, no responden a los electores que en esa circunscripción votaron por ellos apoyando el programa que sustentaron en campaña, así como también las promesas que les hicieron, con la única finalidad de convencerlos para que votaran por ellos en las elecciones. 

   ¿Y a quiénes responden estos “esforzados prohombres que se hacen llamar la voz del pueblo”?  Siendo el nuestro un país presidencialista, los pertenecientes al partido de gobierno, por supuesto, votan acorde a las directrices del primer Mandatario.  Si por el contrario, el señor Presidente no baja una línea, entonces acuden al Comité Político, cuyo Secretario General en un derroche de democracia participativa, les señala que lo más conveniente para ellos y el Partido es que sigan sus directrices políticas, ya que con la mayoría aplastante que poseen en ambas Cámaras, aunque los electores “pataleen”,  la decisión tomada por la cúpula de los dirigentes, se impondrá “de calle”.

   Por último y aquí si no se equivocan, representan sus propios intereses.  Sus coimas, barrilitos, dietas y demás privilegios que no son pocos, están por encima del interés general.  Por eso, cuando el gobierno central envió a las Cámaras el denominado “paquetazo fiscal”, en ningún momento a los legisladores les pasó por la mente hacer una consulta entre sus fieles electores, ni tampoco pensaron, que esos impuestos que ellos alegre y festinadamente aprobaron, les caería sobre los hombros de sus patrocinadores.  Sólo pensaron, nuestro Gobierno necesita balancear su presupuesto, sin pensar, que fruto del dispendio, del gasto incontrolado, de los elevados salarios y del boato en el cual viven, han hecho colapsar las finanzas, no obstante el Fondo Monetario Internacional (FMI), haber aconsejado una reducción de gastos en el tren administrativo.

   Los legisladores pensaron, los borregos que cada cuatro años votan por nosotros, no son capaces de tomar consciencia, ya que como es un pueblo de “semi-analfabetos”, que no necesita del 4% para la educación, ya que con unas cuantas cajitas de alimentos de primera necesidad baratos y la compra de sus cédulas por unos cuantos pesitos en las elecciones, nos aseguramos como expresara el doctor Balaguer en su eslogan favorito de campaña: el “vuelvo y vuelvo”.

   Para ahorrarles el tener que pasar vergüenza en el exterior por poseer un nivel bajo en su educación, hemos acaparado la mayor parte de las  becas que nos ofrecen gobiernos de países amigos.  Por eso, hay varios hijos de una sola familia de encumbrados funcionarios que se han repartido las mejores y dejan para que concursen “las masas depauperadas” en las de países con mayores dificultad para el idioma; tal el caso de Taiwán, Corea del Sur, Emiratos Árabes o China.

   Los diputados y senadores que hoy exhiben unas Cámaras, prácticamente sin oposición, que recuerden que no es la primera vez que esto sucede y que al período siguiente, aquellos que estaban arriba, se les volteó la tortilla y hoy están pagando, lejos de las Cámaras sus desmesuradas ambiciones.  Tengan la seguridad que la historia se repetirá.  Desde ahora, debemos ir observando el comportamiento de los legisladores que nos deben “representar” para que, cuando se presente la ocasión, echarlos donde se merecen: al zafacón.

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