El hecho de que haya un dominicano que no conozca la figura ni la obra de Juan Pablo Duarte y de todos los que como con él lucharon por nuestra independencia y forjaron nuestra nacionalidad, debería ser motivo de jornadas nacionales de concientización. Tan grande o mayor que las realizadas por los partidos políticos en tiempos de campaña. O las llevadas a cabo por la Junta Central Electoral cada cuatro años para promover dichos procesos.
A pesar de algunos esfuerzos esporádicos tratando de resaltar nuestros valores patrios, sobre todo en fechas especiales como el 26 de enero y el 27 de febrero, hace falta mayor empeño hacia el objetivo de crear una grande y fuerte conciencia cívica. Sí, reafirmando la dominicanidad como los valores fundamentales que tanto en derechos como en deberes ciudadanos constituyen la base primordial sobre la que debe descansar nuestro desarrollo y crecimiento social, económico, político y cultural.
Preocupa mucho que haya timidez o si se quiere dejadez en ese sentido. Muchos más, cuando por diversos medios de comunicación y redes sociales se informó que el pasado 26 de enero, cuando se le preguntaba a la gente sobre lo que conocían acerca del Padre de la Patria, hubo jóvenes dominicanos que expresaron que solo conocían una calle que lleva el nombre de Duarte.
Y eso es preocupante. Pues a medida que el país crece numéricamente y se desarrolla en materia de comunicación, recibe diferentes tipos de influencias. Pero lamentablemente la educación y la formación en sentido general no crecen al mismo ritmo. Y no me refiero exclusivamente a la que se imparte en las escuelas, sino a la educación integral. Es decir, en los hogares, las iglesias y en todas las actividades.
Por las razones expuestas estoy convencido de que hace falta formación cívica. Para dotar a los hombres, mujeres y niños de las herramientas del saber necesarias para construir toda una conciencia nacional sobre la verdadera identidad dominicana. Pero el país se ha dividido en partes. Y cada una cree que el país le pertenece.
Hay un sector pequeño numéricamente, pero grande económicamente, que se ha insertado en un mundo moderno con todo lo que ofrece la tecnología. Con influencia en casi todos los grupos que conforman la sociedad incluyendo los organismos de decisión. Gente interesada esencialmente en los asuntos económicos e internacionales, pero algunos con tendencia a desinteresarse por los aspectos que señalamos.
Otro sector un poco más grande de la clase media alta que comprende profesionales, técnicos, comerciantes, artistas, etc., se preocupa por las cosas del país. Pero lamentablemente un porcentaje considerable tiene tendencia a la indiferencia por lo nacional. Igual o mayor que los del anterior.
Y el sector mayoritario que apenas tiene acceso a las cosas esenciales. El cual, sin haber tenido la oportunidad de una educación como la de los demás sectores, es el más arraigado a nuestras costumbres y tradiciones. Por eso vale la pena emprender esta tarea como algo primordial. La de reforzar la conciencia cívica y de dominicanidad.