A reir

A reir

Era tan tan…

Era tan alto, tan alto, que tropezó en un pueblo y cayó en otro.

Era tan distraído, tan distraído, que se pasó dos horas delante del espejo pensando dónde había visto antes aquella cara.

Era tan débil, tan débil, que si parpadeaba se caía para atrás.

Era tan viejo, tan viejo, que cuando iba al colegio no había clases de historia.

Tenía la cabeza tan pequeña, tan pequeña, que no le cabía la menor duda.

Era tan delgada, tan delgada, que cuando tomaba sopa se le calentaba la ropa.

Era una casa tan pequeña, tan pequeña, que cuando entraba el sol tenían que salirse todos.

Era tan alto, tan alto, que tropezó el jueves y se cayó el domingo.

Era tan alegre, tan alegre, que nunca comprendió la ley de la gravedad.

Era tan baja, tan baja, que se ponía enferma para que el médico le diera de «alta».

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