A Sara, con amor

A Sara, con amor

POR HAMLET HERMANN
Querida hija:
Hoy, 16 de agosto de 2004, dejarás de ocupar el cargo de Directora del Museo de Arte Moderno. Sabías desde que aceptaste esa designación que era un contrato por cuatro años. En nuestro querido país hasta la Dirección de un museo es considerado como un cargo político. Desgraciadamente, las capacidades intelectuales o gerenciales no son apreciadas en su justa medida por muchos que andan «buscando lo suyo».

El sector público es ingrato y los gobernantes no agradecen a quienes, como tú, han sobre cumplido la misión impuesta. No importa, basta con la propia satisfacción del deber cumplido.

¿Recuerdas aquel julio del año 2000 cuando, trabajando tú en una galería de arte de New York, me consultaste sobre la oferta que te hacían para dirigir el MAM? Respondí entonces a través del correo electrónico y te transmití las experiencias que en ese momento vivía desde la Dirección de la Autoridad Metropolitana de Transporte (AMET). Por suerte, dentro de mi caos organizado encontré aquel mensaje y puedo decirte que vale la pena leerlo ahora, cuatro años después. Cumpliste con todas las recomendaciones y te fue bien; muy bien, te lo aseguro. Te desempeñaste dentro de las normas más estrictas de la moralidad, la honestidad y la decencia. Eso para no mencionar tu alto nivel profesional ganado a fuerza de estudios y humildad. Esas cualidades te destacaron más porque formabas parte de un gobierno donde predominaron la incompetencia, la arrogancia y la ignorancia. Desentonabas porque nunca caíste en la trampa de imitar a otros funcionarios del gobierno que vivían haciendo ostentaciones de falsa celebridad y de riquezas mal habidas. Demostraste con tu ejemplo que, a pesar de los pesares, en el sector público había gente capaz y seria aunque fueran unos pocos que confirmaban la regla de la podredumbre que reinaba.

Tu exitoso paso por el MAM debes asumirlo como una gran experiencia, más aún porque lo lograste siendo muy joven. A muy pocos tienes que agradecerles esa oportunidad. El trabajo que has desarrollado obliga a que sean ellos, los que te nombraron, quienes deban agradecerte que hayas sido luz en un gobierno de tinieblas. Algo que te podría sorprender es que quienes más alabarán el trabajo que realizaste van a ser los funcionarios que te sustituyan. Ellos serán los principales promotores de tus valores. De todas maneras, como dice Sabina, «al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver». El agua pasada no mueve molinos. Ahora te toca seguir trabajando fuerte y estudiando más para que continúes superándote. Diversifica tu campo de acción, no para volver al servicio público mientras persistan las condiciones que tuviste que soportar, sino para predicar tu ejemplo de capacidad y seriedad en otros ámbitos. Cuida tu sencillez y humildad. Lo digo porque he podido apreciar tus amplios conocimientos en el campo del arte y tu incansable disposición para el trabajo. Además, eres una magnífica comunicadora que sabe transmitir ideas y valores. Te he visto en esa tarea y, definitivamente, eres una cautivadora de auditorios. A final de cuentas: te toca ahora pensar un poco en ti misma. Acabas de agotar cuatro años de ardua labor sin contar con un soporte económico ni con la solidaridad de tus superiores jerárquicos. Has tenido que «hacer de tripas corazón» para que el MAM ascendiera a los niveles en que nunca estuvo. Tuviste que buscar «con el cuchillo en la boca» en el sector privado el apoyo que el gobierno debió darte y no te dio. Y eso debe haberte dejado, por lo menos, exhausta. Reflexiona, sobre todo, en torno a tu felicidad. No te niegues el derecho a ser feliz. Se lo merece ese hermoso ser humano que eres. Te has ganado ese derecho a través de una corta vida de constantes esfuerzos, pensando más en los otros que en ti misma. Tómate unas vacaciones lejos del ambiente en que has vivido en estos cuatro años para que hagas tu propia evaluación. Preferiblemente en un lugar donde haya energía eléctrica y agua potable. Eso te permitirá reflexionar y trazarte el camino hacia un futuro precioso que mereces.

Bien hija mía, sólo me resta decirte que tienes un futuro brillante por delante. Aprovéchalo como hasta ahora y recuerda que todos los que te queremos nos sentimos contentos de volver a tenerte a tiempo completo con nosotros.

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