A seis meses de la tragedia de Haití

A seis meses de la tragedia de Haití

A seis meses y seis días del sismo devastador, que costó más de 300 mil vidas y daños materiales y psicológicos incuantificables, la situación en Haití sigue siendo la misma: más de un millón de damnificados viviendo prácticamente a la intemperie y lo que es peor una ayuda internacional a cuenta gotas a pesar de tantas cumbre y promesas por miles de millones de dólares.

Como destacó el Presidente Leonel Fernández, en una entrevista y en un discurso en la George Washington University, apenas ha llegado el 10 por ciento de lo prometido, ayuda para resolver básicamente problemas de alimentación y carpas, las cuales han sido canalizadas al través de las ONG dejando a la administración de Préval desprovista de los recursos para atender necesidades mínimas, lo cual contribuye a una mayor ingobernabilidad.

República Dominicana ha cargado pesado con el problema Haitiano y la respuesta rápida ante la tragedia ha significado erogaciones por varios cientos de millones de pesos, la utilización de nuestros hospitales para atender los heridos, uso intensivo de los comedores económicos y algo invaluable, como fueron los miles de horas/hombre utilizadas para socorrer, rescatar, alimentar y enviar ayuda a esa empobrecida nación. Afortunadamente tras décadas de calumnias, orquestadas por ONG y organismos internacionales por el tema haitiano, hoy se reconoce el papel jugado por el país y sus autoridades tras el terremoto.

Históricamente la RD ha significado una válvula de escape a la pobreza extrema en Haití y ese proceso se ha acelerado tras el sismo con una mayor inmigración ilegal incuantificable.

Para tener una idea de la magnitud del problema migratorio, hace una década para encontrar un ciudadano haitiano era necesario trasladarse a la zona rural, en actividades de recolección, o en la ciudad en las construcciones donde entonces se dedicaban a hacer excavaciones, eran peones o ayudantes.

Sin embargo hoy en nuestras ciudades ocupan prácticamente todas las plazas en las construcciones, trabajan en los polos turísticos y ahora en actividades informales, vendiendo todo tipo de bienes en las esquinas y la parte peor, la mendicidad, madres con niños recién nacidos, niños y niñas sin hogar pidiendo limosnas.

En esos niños apátridas, sin educación y hogar, se está forjando una bomba de tiempo social.

A seis meses y seis días del terremoto yacen toneladas de escombros y no se ha iniciado la construcción de la primera vivienda, la primera carretera o el primer edificio público, mientras más de un millón de haitianos viven en condiciones peores al 12 de enero y con el riesgo de que un fenómeno tropical provoque otra tragedia.

A seis meses no está clara la voluntad de la comunidad internacional para ayudar a la reconstrucción y contribuir a sacar ese pueblo de la pobreza extrema, mientras tanto impasibles, con el Presidente clamando en el desierto de los foros internacionales, seguirá el país cargando con la tragedia de Haití.

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