Piedra a piedra, un muro insalvable. Eso construirá el presidente Danilo Medina si se empeña en aquello de que no perdamos el tiempo en lanzar piedras hacia atrás.
Tristemente, aunque él está dando muestras de que hace las cosas de forma diferente, no podemos pensar en él como ente individual: su Gobierno no solo es del partido que provocó que hoy se lancen piedras, sino que ha dejado en sus posiciones a muchos de los responsables de ese déficit fiscal que ha provocado la indignación de todos nosotros.
No es posible separar las cosas porque, a pesar de que dice que un gobierno democrático no es para formar castas, ni para mantener grupos de privilegiados, el Gobierno pasado fue el hacedor de esas castas que, todavía en el tren gubernamental, gozan de todos los privilegios. Es por ello que, para lograr que confiemos en él, debe comenzar con algo que no ha hecho: destituir a los funcionarios que han provocado esa desconfianza.
Eso de que transformemos esas piedras en ladrillos no es posible. El olvido nunca será un cimiento fuerte para sentar las bases del futuro. Esa apuesta por el silencio se traduciría en una irresponsable impunidad. Pedir responsabilidades no es perder el tiempo. Es buscar justicia. Nunca estaremos conformes con una reforma tributaria hecha para cubrir los gastos desmedidos de un Gobierno. No se puede gobernar comenzando de cero, como si nada pasara, cuando tendremos que pagar por ello.
Sé bien, señor Presidente, que quiere marcar distancias porque sus intenciones son otras. Pero, como nos obligará a pagar la reforma, no puede. Recuérdelo.