A tiempo

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BONAPARTE GAUTREAUX PIÑEYRO
Muchos de los jueces de ahora tienen una gran urgencia por ser notorios, que mucha reciedumbre moral y largo ejercicio de los valores morales se requiere para ser notable. Desde siempre se ha dicho que “los jueces hablan por sentencia”.

Cuando un juez habla del caso que conoce, que va a conocer o que puede llegar a su conocimiento, se auto descalifica, se pone de pechuguita para que lo recusen.

Si un juez no tiene la responsabilidad de tratar un caso de manera imparcial y legal, le queda un camino: inhibirse. No tratar el asunto.

El licenciado Manuel Joaquín Castillo, ante la papa caliente de las elecciones de 1978, dejó la presidencia de la Junta Central Electoral, con el argumento que fuera, para dar paso al sustituto, doctor Hugo Vargas Suberví, quien validó la violación a la voluntad popular que despojó al Partido Revolucionario Dominicano de la victoria electoral que obtuvo, ese año, en el Senado de la República.

En torno a las elecciones de mayo, el asunto comenzó en Piedra Blanca, Bonao, con el asesinato de un regidor que había pasado del Partido de la Liberación Dominicana al Partido Revolucionario Dominicano. Allí no se jugaba el control del Ayuntamiento; ese escenario se usó para ensayar lo que puede pasar para las elecciones de este mayo.

Luego vino el invento del voto electrónico, en un país donde la mayoría de las personas desconoce el uso y manejo de una computadora.

Si resulta difícil el voto con una raya, que en cada elección hay que hacer una campaña sobre la forma de votar, imagine lo que sería un voto electrónico.

El PLD, que dice ser el partido que tiene más gente con alta escolaridad y educación, fracasó en la prueba interna que realizó con el voto electrónico.

Luego viene la negativa de la Junta Central Electoral a que la Cámara de Cuentas realice una auditoría en esa dependencia del Estado, para lo cual la Cámara tiene todo el derecho legal.

El presidente del Partido de la Liberación Dominicana, doctor Leonel Fernández Reyna, clama porque el Congreso Nacional tenga una composición que lo favorezca como Presidente de la República, a pesar de que los legisladores actuales no han bloqueado sus grandes iniciativas. El doctor Fernández, obviamente, quiere un Congreso de borregos políticos que acoja el festival de impuestos que forma parte de sus planes y nadie sabe cuántas cosas más. Por supuesto, no habla de esos planes, se escuda en que debe haber “equilibrio” en las Cámaras Legislativas.

El equilibrio lo da que el Congreso Nacional esté en manos de la oposición, para que contrapese el poder exagerado de que dispone constitucionalmente el Presidente de la República, algo que debe ser modificado a la brevedad posible.

Desde su punto de vista y sus intereses, está bien que el doctor Fernández Reyna busque la mayoría en el Congreso para tener todo el poder en sus manos. A quien no le conviene es al país.

Lo que me llama la atención es cómo se auto-descalifica el presidente de la Junta Central Electoral al tomar partido y repetir las ideas, los conceptos, del doctor Fernández Reyna.

El doctor Luis Arias Núñez, como el presidente Fernández Reyna, dijo “me gustaría que se produzca un equilibrio en el Congreso Nacional,  entiendo que es lo que más conviene a la democracia”.

Tengo en la biblioteca una caricatura de Cristian Hernández, en la cual aparecen los grandes líderes de entonces, Juan Bosch, José Francisco Peña Gómez y Joaquín Balaguer en una camioneta, con esta inscripción: ¿Elecciones 1994?. El vehículo tiene la tapa del motor levantada y el mecánico, con una junta agujereada en las manos dice: “El problema está en la Junta”

Es de esperar que la oposición actúe ahora, que recuse a Luis Arias, y a quien sea necesario, para que luego no lloren como mujeres lo que no supieron defender como hombres.

Aún es tiempo.

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