A trabajar

<p>A trabajar</p>

Pasada ya la resaca del prolongado jolgorio en que ha sido convertida la tradición de la Navidad, los dominicanos debemos atender la convocatoria que nos hace el deber para trabajar por un país cada vez mejor.

Aunque sería mezquino negar que hemos hecho camino al andar en nuestra vida de nación, siempre será oportuno recordar que tenemos por delante muchas tareas inconclusas, a las que debemos hacerles frente con mayor entereza, responsabilidad y tesón.

Tenemos un país que no ha logrado éxitos importantes en la lucha contra la pobreza, el analfabetismo, el desorden en el tránsito, el combate de la corrupción, el afianzamiento institucional, el desempleo y se nos suman desafíos como el de sacar el máximo provecho al Tratado de Libre Comercio entre la República Dominicana, Centroamérica y Estados Unidos, conocido como DR-CAFTA por sus siglas en inglés.

                                                 II
Una buena parte de los esfuerzos del Gobierno está dirigida a mantener la bonanza del comportamiento de la economía, que ha cerrado el 2006 con crecimiento de dos dígitos. Esos esfuerzos son los que justifican la realización de lo que se ha denominado «rectificación fiscal» que ha disparado en alza todos los precios.

Esta «rectificación fiscal» y sus propósitos plantean de por sí una contradicción bastante interesante en términos de política social. Al encarecer los precios de virtualmente todo, incluida la canasta familiar, la rectificación empobrece más a los pobres aunque resulta exitosa en mantener el crecimiento de la economía. En otras palabras, la sostenibilidad del crecimiento y la estabilidad de la economía se logra haciendo más pobres a los pobres.

Los efectos de la reforma son, por tanto, una retranca para los programas de lucha contra la pobreza, justo en momentos en que se requiere darles más impulso.

                                                  III
El deber también nos convoca a resistirnos a que en este año pre electoral el proselitismo entorpezca la marcha de las instancias públicas, sobre todo por la particularidad de que en el partido de gobierno operan dos tendencias, muchos de cuyos miembros tienen responsabilidades en el Estado.

La puja dentro del Gobierno la encarnan una facción de partido que apuesta a la reelección y otra que resueltamente apuesta a la alternabilidad. El deber nos convoca a evitar que unos y otros, ocupados a plenitud en el proselitismo, lleguen a  entorpecer la marcha de la maquinaria institucional.

Como se ve, tenemos que emplearnos a fondo para apuntalar avances logrados y poner en marcha nuevos proyectos destinados a construir un mejor país, con menos aplazamientos en materia social y que sea capaz de transferir hacia los pobres las bonanzas de la economía.

Es una tarea nuestra, de todos, y nadie va a ayudarnos.

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