A un amigo que se fue

A un amigo que se fue

A la verdad,  2009 me sorprende sin ideas, un vacío frente a esa página que quiero llenar y todo se presenta confuso. No es por falta de ideas, es por demasía.

Debo hablar de un amigo que me brindó su confianza, sin conocerme y que se fue. No es fácil, sin embargo; no agradecer a Don Cuchito podría pasar por ingratitud y deslealtad y no soy de esas personas. Don Cuchito, apenas instalado,  me quiso conocer y de inmediato me instó a seguir escribiendo.  Entonces, desde 1987 sin censura, con aliento siempre, comentando, ironizando, riéndose de algunos atrevimientos pero siempre con respeto, al pie de la letra, me publicaba sin fallar mis artículos.

Tolerante, con mucho humor y con tremendas referencias me los comentaba. Sin confesármelo, le gustaba mi defensa del medio ambiente, siempre estuvo de acuerdo con ellos. Me dijo un día que era honesta, fue suficiente. Después me invitó a la peña, donde como extranjera, visiblemente idiota,  más perdida que el hijo de Lindbergh, me introdujo al mundillo de la capital, del deporte, de las aventuras de algunos, de las experiencias trágicas de otros. Sus amigos estaban allá los domingos y una humilde como yo.

La peña, para mí, fue como una clase de historia dominicana, me ayudó a conocer la vida de la capital de los 50, recuerdos o semblanzas de allegados o enemigos de Trujillo, el deporte dominicano, las ocurrencias de amigos y amigas  -en la peña, muy pocas mujeres fueron admitidas-  eso sí, debíamos ser rocosas, no ruborizarse, al contrario allá se admitía todo tipo de recuerdos, de situación absurda, de confidencias matrimoniales o extra; las carcajadas eran obligatorias cuando no se trataba un tema de profundidad.

La época de Trujillo fue la privilegiada, era normal, todos la habían vivido a su manera. A Don Cuchito le debo haber oído algunos secretos de la época, anécdotas de las que no se pueden escribir, de lo que ocurre detrás  la cortina de la Historia, en los pasillos de la vida, siempre disfruté esas mañanas del domingo.

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