A un mes de las elecciones

A un mes de las elecciones

A un mes de las elecciones presidenciales del 16 de mayo no se avistan posibilidades de que los partidos políticos rediseñen su estilo de hacer política y procurar preferencia. Tal vez con más énfasis que antes, la compra y venta de conciencias se ejerce como un medio que suplanta la capacidad de convencer y conquistar adeptos con argumentos y propuestas cuyo norte sea encarar los problemas de la nación.

Se rehúye el debate sobre las cuestiones puntuales, y del mismo modo se teme a participar de la elaboración de una agenda de nación consensuada que deba ser desarrollada por el partido que conquiste la mayoría de los votos.

La presente campaña, basada más que todo en el interés de los políticos por descalificar al adversario en la búsqueda del poder, ha entrado para estas fechas en una etapa crucial para los partidos. La confrontación de resultados de encuestas motiva una febril aceleración del activismo, sobre todo de parte de aquellos grupos que no pueden exhibir ventajas frente a sus contrincantes. Y el elector, que tiene la responsabilidad de tomar con  su voto la decisión final y delegar poderes en la fórmula de su preferencia, sigue anhelando que los políticos les hablen claramente acerca de sus fórmulas para garantizar precios justos, empleo, servicios públicos eficientes, inversión adecuada para educación y salud y otros tópicos no menos esenciales.

 

Derechos mal adquiridos

El ser padre de familia representa en este país una especie de patente para violar las normas de convivencia. Es una cantera de “derechos adquiridos” que parece neutralizar los efectos de la ley. Ganarse la vida con un taller que ocupa parte de la vía pública o las aceras, o poner un tarantín en cualquier lugar no debido, es un derecho que se adquiere con tan solo invocar paternidad.

El gran mercado que opera en aceras y parte de la calzada en la calle París con Juan Bautista Vicini, Jacinto de la Concha, Duarte, José Martí, Juana Saltitopa y Doctor Betances es un grave problema urbano que se ajusta al contexto de lo que estamos tratando. Por politiquería y otras causas, las autoridades municipales se hicieron de la vista gorda cuando este problema empezó a tomar cuerpo. Hoy todos  rehúyen enfrentar a esos padres de familia. Como ese hay muchos problemas urbanos que han crecido con el abono de la politiquería y el clientelismo.

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