TEOFILO QUICO TABAR
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Falta una semana para las elecciones. Ya es muy poco lo que se puede agregar en torno a las mismas. Muchos ya tienen su candidato, otros están indecisos. Pienso que habrá más abstención a la proyectada, pero la propaganda continúa. El despliegue oficialista de publicidad y recursos luce desigual y avasallante frente a la que realiza el PRD y su candidato Miguel Vargas, y de los demás ni hablar. Y precisamente por ello, les traigo a colación algo que ocurrió hace un tiempo en una velada boxística en el Palacio de los Deportes.
Había una pelea entre Pichito Martí, de la capital, contra un boxeador vegano de nombre Rabel Cabrera. Desde el principio se notaba la gran publicidad a favor de Pichito. Al anunciarse la pelea, los asistentes aplaudían mayoritariamente por el capitaleño. Previo a la pelea se escenificó todo un montaje publicitario, y en medio de música se anunciaba la presencia en el cuadrilátero de cantantes, comediantes, bailarinas y otras figuras importantes de la TV y al mundo del espectáculo, que apoyaban a Pichito. Un verdadero show.
Casi todos los que tomaban parte del montaje de la velada boxística, de una forma u otra abrazaban y se tomaban fotos con los artistas siempre en la presencia de Pichito, mientras en la esquina contraria se encontraba el muchacho vegano, con muy poca promoción.
Un conocido comentarista del mundo del boxeo, viendo lo que ocurría dijo: esto luce muy desigual. En medio de la algarabía, me acerqué a la esquina de Rafael Cabrera y le pregunté que cómo se sentía, a lo que contestó: Aquí, esperando que suene la campana.
Se inició el combate y de inmediato el muchacho de La Vega le conectó desde el primer round un par de golpes fuertes y certeros a Pichito, lo que inesperadamente despertó el entusiasmo de la mayoría de los asistentes que lo aplaudían. ¿Pero cómo es posible, si la gente estaba del lado de Pichito?
El mismo comentarista que había hecho el comentario de la desigualdad, cambió de opinión y dijo: -Es que la gente casi siempre actúa sentimentalmente de esa forma, cuando notan que las cosas se inclinan de forma avasallante a favor de alguien. Los sentimientos populares tienden a condenar lo que consideran abusivo y se van con el otro -. Terminó la pelea y ganó el vegano.
No pretendo vaticinar nada. Solo he querido contarles esa anécdota, que nadie me contó, sino que la viví, y recordar que el avasallamiento irrita y muchas veces se convierte en el enemigo principal de quienes lo realizan.
El derroche publicitario y de recursos del oficialismo a favor de Leonel continúa de forma atosigante y desproporcionada, ante el silencio de los sectores de poder. Pero se notan signos de irritación en mucha gente, y no se sorprendan si lo que ocurrió en esa pelea, suceda en las elecciones, pues nunca se debe lastimar e ignorar los sentimientos de la gente. El pueblo es mucho más sensible que la cúpula social.