Abinader enredado en sus estrategias renovadoras

Abinader enredado en sus estrategias renovadoras

Apenas con cinco semanas de iniciado su renovado período constitucional, el presidente Abinader se va sumergiendo en un laberinto de su propia hechura que lo obligará a rectificar para evitar un tapón gubernamental que amenazaría la estabilidad democrática que disfrutamos los dominicanos desde hace tiempo.

El anuncio de tantas reformas simultáneas es indicativo de un espíritu amenazado por la premura de que el tiempo se acabará y que al final todo quedaría inconcluso lo cual sería una grave derrota de un político diferente a los que habíamos tenido en el pasado.

No se trata de una repetición del presidente Balaguer, muy calculador y no buscando endeudamiento externo pero marchando con paso seguro en un plan de desarrollo muy amplio y ambicioso en donde las presas, canales, carreteras y escuelas se sembraban en todo el territorio nacional. Las presas son el mejor ejemplo de una firme política hidráulica nunca jamás ejecutada por un jefe de Estado desde el siglo pasado.

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Y ahora se anuncian reformas constitucionales innecesarias o ponerle candado a la Constitución, pero dejando sueltos aspectos mas viscerales para el país asombrado por esa capacidad presidencial de querer iniciar todos los cambios y reformas al mismo tiempo como una forma de saturación administrativa que deja poco espacio para rectificar los errores que cometan en tantos cambios. Ni siquiera el presidente Abinader quiere darle tiempo a sus subalternos y seguidores un espacio para respirar, meditar y fríamente ver lo que mas conviene.

El país lo van a sumergir en un laberinto de muchos desafíos que contando con el material humano sujeto a ser empleados gubernamentales uno se da cuenta que no están preparados para seguirle el ritmo al presidente que acelerado quisiera que todo se hiciera de una vez.

La estrategia tiene sus ventajas como sus desventajas ya que las acciones no van a salir moldeadas a la perfección y estaríamos viendo correcciones a la carrera para evitar que la vida democrática se enturbie a nivel nacional.

Además con la premura los mismos legisladores asambleístas sacarían a relucir sus intereses personales o de partido, lo cual obligaría a frenar la prisa como si el mundo estuviera a punto de un cataclismo universal.

De todas manera el país está inmerso en una etapa de cambios, que impulsados desde la Presidencia, enredaría a la deficiente burocracia que padecemos desde hace años por lo cual el partido que domina el Congreso y la administración pública se verá en un dilema cuando algunos de sus legisladores se rebelen contra la línea absolutista del Gobierno de aprobar modificaciones sin ningún tipo de análisis o de investigación.

De todas maneras, ese acelere del presidente Abinader era necesario para meterle presión a unos políticos que primero buscan sus ventajas y hasta que no las ven en un avance de esas canonjías tan sabrosas no mueven un dedo y muchomás si es para reducir el número de diputados, cosa de dudosa aprobación con el rechazo de los mismos congresistas oficialistas que disgustados con su presidente se la pondrían difícil para una aprobación expedita. Sería otro Código Procesal Penal de larga data en los archivos congresuales que nunca se aprueba.

Al menos el país entra a un período de actividad gubernamental con sus planes de reformas, lo cual ayudaría a olvidarse de los casos tan sonados de la corrupción peledeista que en los tribunales están estancados y no avanzan hacia su final.