Usando el refranero dominicano para valorar nuevos gobiernos, no recuerdo a ninguno que haya metido tanto y tan profundamente la pata como el actual en tan solo un año. Sin embargo, uno de los refranes que aplica en este contexto es “cuando Dios cierra las puertas el diablo abre las ventanas” y eso ocurre con la pandemia del covid-19 que se ha convertido en la excusa por excelencia para los principales desafueros del actual Gobierno con un descomunal endeudamiento y poco juiciosa aplicación y/o uso de los recursos que han estado recibiendo, aparte de las repetidas declaraciones de emergencia para justificar “indelicadezas” concomitantes con los préstamos y asimismo, una ventana de justificación adicional, es la irresponsable costumbre de culpar al Gobierno saliente de las desgracias o desastres que apoyan las gestiones de más y más empréstitos sin guardar ningún pudor o comedimiento.
Por más amor que el presidente Abinader predique al pueblo dominicano, no podrá despojarse de su mentalidad de empresario y comerciante y sus intereses serán prioritarios a la hora de sus grandes decisiones. Por eso se destaca la repetición o continuidad de estrategias y prácticas desacreditadas por el pasado Gobierno y un sencillo ejemplo es la disposición de pagar con cheques a los empleados públicos como una medida administrativa que pretende transparentar la nómina pública eliminando “botellas” y suplantaciones y luego fortalecer el infausto clientelismo partidario con la creación de “nominillas” en las instituciones del Estado y no importa si son del PLD o del PRM.