Desconocemos si por coincidencia, coordinación o consecuencia natural de afinidades doctrinarias socialdemócratas que abrazan el PSOEspañol y PRM; prácticamente al mismo tiempo que Abinader proponía constituir un gobierno de Unidad Nacional, Pedro Sánchez, presidente español, llamaba actualizar los Pactos de la Moncloa suscritos en1977.
A finales de marzo, Abinader planteó al presidente Medina la iniciativa de un gobierno de Unidad Nacional para encarar la crisis sanitaria y económica que nos afecta. A principios de abril, el gobernante español llamaba a la “unión de las fuerzas políticas” para lograr nuevos Pactos de la Moncloa a fin de alcanzar “el relanzamiento de la economía”, afectada por la pandemia.
Aquellos pactos fueron dos, uno para saneamiento y reforma de la economía y otro de orden jurídico y político. Suscritos por el Gobierno de España, presidido por Adolfo Suárez, bajo cuya conducción se orquestaron, y los principales partidos con representación parlamentaria, fueron refrendados por organizaciones empresariales y sindicales. Resultaron fundamentales para la transición democrática tras la desaparición de Franco y para la reorientación económica española.
Pedro Sánchez retrotrajo al presente aquellos Pactos denominados de la Moncloa por haberse concertado y suscrito en el palacio que sirve de sede al Gobierno español, considerando que dieron resultados en la construcción de la España contemporánea; hoy retada por la pandemia, su administración y efectos económicos.
Todavía viven protagonistas y testigos que participaron en concebirlos e implementarlos que pudieran servir de referencias y/o experiencias inspiradoras, simbólicas y/o reales, aprovechables en el presente; especialmente Felipe González, posteriormente presidente español por el PSOE, con profundas raíces en el estamento político y empresarial dominicano.
Ante la influencia de la pandemia y sus secuelas, pactos como éstos pudieran contribuir en forma expedita, rápida y armoniosa, con el menor costo social adverso posible, a superar desafíos estructurales de siempre magnificados por los coyunturales de ahora.
En nuestro caso, p.e., contemplarían problemas reales como nuestra situación sanitaria y económica reflejadas en estadísticas confiables y necesidades sentidas manifestadas en las encuestas.
Pero se pueden anticipar superación del colapso y resaca sanitaria, paralización productiva, desempleo, informalidad laboral, déficits fiscal y comercial, devaluación, inflación, precariedades de servicios públicos presionados por sobrepoblación urbana, despoblación rural perjudicial para producción agropecuaria y medioambiente, descontrol migratorio, inseguridad ciudadana, corrupción.
Afortunadamente, disponemos de condiciones que permiten prosperar pactos como los de la Moncloa: Disposición del presidente electo, eventual concurso internacional, imposibilidad del Gobierno de resolver problemas por sí solo, responsabilidad social de nuestras fuerzas activas pendiente de mecanismos canalizadores. Enfrascado Abinader en organizar su gobierno y ante partidos opositores debilitados luego de las elecciones, alguna instancia nacional debería promoverlos.