Pudiera concluirse que está surgiendo nuevo estilo de accionar presidencial
A nueve meses de Gobierno, el presidente Abinader, durante la semana que termina, acaba de dar notaciones de sacudimiento de lacras que empañan su gestión.
Confrontó sectarismo autoproclamado por partidaria para inscribirse en la continuidad del Estado; admitió tercera ola de pandemia mientras funcionarios suelen comportarse como avestruces, escondiendo realidades; trazó línea roja frente a legisladores correligionarios implicados en tráfico de ilegalidades e impuso sanción contundente al funcionario que “no vió” lo que ciegos ven.
Pudiera concluirse que está surgiendo nuevo estilo de accionar presidencial.
La continuidad del Estado conlleva que, reconociendo las responsabilidades del Gobierno (o gobiernos) anterior(es) en nuestras calamidades, no deben tomarse como excusa para omisiones o limitadas ejecutorias gubernamentales.
La admisión de realidades, que desde el autor de Utopía, Tomás Moro, la consideraba, hace más de 5 siglos, premisa para solucionar adecuadamente problemas; viene siendo inobservada por funcionarios vía ocultamiento o proclamación prematura de logros “consumados”.
Las intenciones de comprometer al Gobierno en hechos cuestionables, al Presidente y su sede–por ejemplo mediante excesiva celebración de actos inapropiados a nivel presidencial o de cuestionable pertinencia-encuentran ahora, en la expresión “cada quien es responsable de sus actos”, incluso los de su partido, una línea roja para detenerse.
La adopción de sanciones administrativas contundentes contra funcionarios sospechosos de hechos dolosos recientemente adoptada en la Lotería, contrasta con condescendencias y tolerancias anteriores.
La responsabilidad de cada quien en sus actos es compatible con aquella expresión de Balaguer sobre la corrupción detenida en las puertas de su despacho.
Es pronosticable que este giro del presidente Abinader, en esta semana de sus nueve meses de Gobierno, pueda abarcar otras esferas del accionar público hasta llegar a alcanzar la utopía de Gobierno que soñamos desde niños, para utilizar otra expresión del fundador del PRSC.
Lamentablemente, la virtual extinción del PRSC está impidiendo que pueda aportar sus experiencias y formular reclamo vigoroso, opositor, coadyuvantes a implementar este sueño.
Como sería postular por un diálogo similar al de los 80, del que emanó una Reforma Fiscal que no produjo reacción social adversa y un Código de Trabajo que ha contribuido a evitar conflictos obrero-patronales significativos durante más de 30 años.
Y para reforzar nuestra capacidad nacional de cumplir rigurosamente compromisos constitucionales, legales y convenios internacionales sobre relaciones fronterizas, hoy agriadas por amenazas haitianas de extracción de agua del Masacre.
En general, para contribuir al buen Gobierno que requiere, al decir del repúblico español Manuel Azaña, de una buena oposición.
Exigencia imperativa en el aquí y ahora para sostener y perfeccionar nuestra democracia presente y futura, ante una oposición en desbandada, perseguida y estancada.