Abismos sin balcones

Abismos sin balcones

Isla es “una porción de tierra rodeada de agua por todas partes”. Tristeza es un sentimiento que surge al comprobar que la incomprensión te circunda, como una valla de púas. Insularidad y tristeza son dos formas de sentirse apartado de los demás. El poeta Paul Eluard escribió un poema acerca de la tristeza que sirvió para titular la famosa novela de Françoise Sagan: “Buenos días, tristeza”. Eluard expone en su poema: “Buenos días tristeza/ estás inscrita en las líneas del techo/ inscrita estás en los ojos que yo amo./ No eres la miseria exactamente/ pues los labios más tristes te anuncian/ con una sonrisa.”

Este poema de Eluard es parte del libro “La vida inmediata”. La insularidad y la tristeza pueden arrojar a los escritores por un abismo insondable. Quedan, momentáneamente, detenidos” ante la página en blanco”; al no poder escribir, tampoco saben qué hacer para salir del marasmo volitivo. La solución podría ser quitar los ojos de la página blanca y moverlos hacia “la vida inmediata”, hacia el gris del cielo nuboso, hacia el verde-azul del follaje de las montañas cercanas. Cuando el escritor descubre que las gentes –y las cosas– son más importantes que los formalismos literarios, ha entrado en un “camino de salvación”.
Para los escritores que lo son de raíz, escribir es una función fisiológica; no hacerlo equivale a un trastorno renal. El poeta segrega sus versos desde alguna glándula artística, todavía no estudiada debidamente. Puede decirse que los poemas son producidos por el sistema endocrino de los poetas. Mieses Burgos nos dijo: “Ahora, como siempre, en medio de esta isla, profético, soltando sobre un cielo sonámbulo mis pájaros mejores”. Sus “pájaros mejores” van a parar a “un cielo sonámbulo”.
La tristeza, el abandono, la soledad, deben acompañar a los artistas por muchos motivos: sociales, psicológicos, políticos. En el segundo poema de “Clima de eternidad”, Mieses Burgos expresa el desamparo de los dominicanos en una isla que los partidarios de la “Poesía Sorprendida” llamaron: La Isla Necesaria. Sus palabras son las siguientes: “sin ningún árbol propio dónde colgar un nombre/ diferente a la angustia humana que nos hiere;/ nos quedamos en medio de nuestra imperturbable/ soledad estancada de abismos sin balcones”.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas