Abonos para plantas: ¿naturales o químicos?

Abonos para plantas: ¿naturales o químicos?

Tener plantas en casa es todo un delirio para los amantes de los ambientes naturales. Nada como contar con un gran jardín y disfrutar del frescor y la calma que pueden transmitir las orquídeas, amapolas, margaritas o lirios.
Sin embargo, además de deleitarse con ellas, es importante saber cuidar las plantas para que puedan perdurar.
Si una planta vive en un espacio silvestre posee todo lo necesario para mantenerse en buenas condiciones, pues la tierra es rica en nutrientes debido a la acción de los animales, insectos y microorganismos propios del lugar, pero si por el contrario está sembrada en macetas o en terrenos limitados, no sucede igual, debido a que el suelo nunca será el mismo, perdiendo así gran parte de sus nutrientes.
Cuando las plantas no tienen acceso a alguno de los minerales que les permiten sobrevivir, tales como nitrógeno, fósforo, potasio, hierro o zinc, entonces el suelo pierde vida. Por eso es necesario que además de sol y agua se auxilie de algún abono que otorgue esos nutrientes necesarios para todo su ciclo de vida.
Tipos de abono. Existen dos tipos de abonos: naturales y químicos.
Estos últimos son más sencillos y fáciles de conseguir, solo hay que ir a una tienda y comprar un paquete que se puede utilizar en varias ocasiones. Además, surten buen efecto y logran grandes resultados.
El problema está en que la composición de esta clase de abonos altera la química de la tierra y su pH, perjudicando así las microbacterias que viven en ella y que están encargadas de su crecimiento, lo que quiere decir que el uso de esta clase de abonos afecta el ecosistema.
Por tanto, es prudente hacer uso de los abonos naturales u orgánicos. Con estos podemos continuar con el ciclo de la materia, respetando al medioambiente e incentivando la proliferación de aquellos nutrientes necesarios. Además es un método ideal para retener los niveles de humedad para el perfecto sustento tanto de las plantas como de la tierra.
Los más comunes son las cenizas de materia orgánica, las algas marinas, el estiércol, la cáscara de huevo o de plátano, el guano, la comida de perros y gatos, y otros.

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