Aborto: mentiras vitales y revisión de actitudes

Aborto: mentiras vitales y revisión de actitudes

En la psicoterapia profunda, buscando la combinación del autoengaño, las mentiras vitales y la negación de los actos, para no reconocer cuando se hace el mal confundiéndolo con el bien. Allí descansan las historias más desastrosas, que quedan en el silencio, en la justificación, o en las patologías que se expresan a través del comportamiento, y los traumas no resueltos que ocultan las familias y las personas.

Con el aborto hay mentiras vitales, y una falta de revisión de actitudes para entender si lo que defiendo son mis razones, o la negación de derecho a dignidad y libertad del que se encuentra en la agonía de no saber qué hacer, cómo hacerlo, cuándo hacerlo, y si lo que decido es el bien para la familia, los demás, para la religión o para mi propia salud física y psicoemocional.

Lo que ha planteado el presidente Danilo Medina es la revisión al aborto terapéutico, en aquellas condiciones donde peligra la vida de la madre: cuando el embarazo es producto de una agresión o violación sexual, o por un incesto, o cuando existe una malformación incompatible con la vida, o un daño cerebral severo con daños irreversibles de por vida. Si alguien desea revisar sus actitudes que asista al pabellón del psiquiátrico donde están los niños y niñas con daño cerebral severo y parálisis cerebral severa con afecciones orgánicas: sin habla, sin inteligencia, sin razonamiento, sin socialización, autogolpeandose, convulsionando y abandonados, sin cálida ni calidez en la atención, sin apoyo social, ni familiar, ni institucional.

Para entender a una madre pobre, de un barrio marginado, con una hija adolescente embarazada del padre alcohólico (incesto), donde abandona la escuela; el hijo es nieto del padre, hermano de la adolescente, hijo de ella y hermano, sobrino y tío de sus hermanos. La familia atrapada, sin protección social ni institucional, ni psicoemocional debe buscar sus propias mentiras vitales y su autoengaño “para vivir el bien y no hacer el mal”.

Para ponerse en la piel de la mujer víctima de una violación sexual, donde queda embarazada e infectada, traumatizada y cuestionada; donde el esposo y la familia no desean el embarazo, esa mujer no puede decidir por ella, ni con su pareja; debe vivir su duelo, su trauma y las implicaciones psicoemocionales por el resto de su vida “para no elegir hacer el mal, en busca del bien”.

La revisión de actitudes son las que nos llevan a desarrollar la empatía emocional de aprender a ponernos en lugar de la otra persona, a vivir su sufrimiento, frustración, enojo, culpa, rabia, ira y depresión, por vivir un proceso que ella no eligió y que desea o espera no ser juzgada, rechazada o victimizada; solamente escuchada, valorada, comprendida y respetada para decidir hacer lo correcto, lo que no la dañe, ni dañe a las otras personas. Sin embargo, vivimos frente a mentiras vitales, autoengaño y justificaciones, que cuando se trata de nosotros, de nuestras familias y de nuestros hijos, nos ponemos en mano de Dios y de la Ciencia Médica. Recuerdo en mi práctica médica como residente de medicina interna, aquel hombre sangrando por una trombosis mesentérica, religioso, con dos hijos y una joven esposa; con dos padres abatidos en el pasillo y un pastor oponiéndose a una transfusión. El comité de ética y el servicio de forma urgente transfundimos y logramos salvar vida. Hoy le vemos en la televisión aportando y socializando la vida.

El aborto terapéutico es un problema de salud, que lo decide la mujer con sus médicos, su familia, esposo y equipo de apoyo psicoemocional. Donde el apoyo espiritual y la comunidad religiosa pueden y debe apoyar como acuden para el cáncer, la depresión, la demencia y el abatecimiento humano. Revisemos las actitudes y valoremos por qué actuamos diferente cuando se trata de nuestra hija, esposa, hermana, amiga; ya que dejarla morir representa la agonía existencial que no la reparan las mentiras vitales.

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