Cuando somos pequeños, -incluso ya de grandes- los abrazos de nuestros padres suponen el mejor refugio para guarecernos de todo lo que representa el mundo exterior.
Son precisamente esos abrazos que nos dicen sin palabras que todo estará bien. Un simple y amoroso abrazo es una de las muestras universales de cariño y afecto hacia los seres queridos.
Y es que recibir un abrazo en un momento determinado puede significar la mejoría de alguna situación, no sólo a nivel psíquico sino que representa también beneficios para la salud.
La psicóloga clínica Iris Bello señala que el contacto físico es fundamental para el bienestar del ser humano.
“El tacto es el primero de los sentidos que desarrollamos y representa la forma más básica que tenemos de interactuar con el exterior. Este juega un rol importante en el desarrollo del hombre y la mujer, y es que las primeras experiencias táctiles de los bebés contribuyen a que se configure el funcionamiento emocional de los adultos, como se relacionan con los demás, como piensan y, más aún, como se va desarrollando el cerebro”, explica la especialista de la conducta humana.
Abrazar es normalmente una expresión física de afecto, es una manera de demostrar que se está ahí para los demás, mientras conectamos con nosotros mismos.
Bello detalla que los abrazos pueden ser complejos y los utilizamos en diferentes situaciones.
Nuestra cultura permite que nos abracemos en una gran cantidad de contextos: abrazamos al saludar a familiares y amigos, para despedirnos, para demostrar cariño, para perdonar, cuando estamos contentos, para consolar, para mostrar gratitud, abrazamos en las relaciones íntimas.
“Muchas veces vamos abrazando y desconocemos los beneficios que recibimos de esto, que quizá intuimos porque hemos experimentado que luego de abrazar a alguien nos sentimos mejor, pero los estudios científicos están demostrando lo que tenemos años sospechando: el contacto físico tiene muchísimos efectos positivos para nuestra salud y para nuestro bienestar”, dice -sin asombro- la psicóloga.
Abrazar, una medicina sin efectos secundarios. Si bien hay algunos abrazos que pueden sentirse incómodos, los abrazos de personas que son significativas (ya se trate de un amigo, pareja, o familiar) nos hacen sentir bien por varias razones y no es solo el sentirnos acompañados. Va mucho más allá. “Los abrazos tienen un efecto en nuestro cuerpo que muchos científicos equiparan con el uso de muchas medicinas sin sus efectos secundarios”, especifica.
Por ejemplo, los abrazos ayudan a mantener el corazón sano, literal y figurativamente. Y es que abrazar contribuye a que se reduzca la presión arterial. El abrazo, el contacto físico, causa una reducción instantánea del cortisol, hormona comúnmente conocida como la hormona del estrés. Quienes abrazan con frecuencia están mejor protegidos ante un aumento de la presión arterial brusco como suele ocurrir en momentos de estrés, enojo y frustración.
Los abrazos también contribuyen a normalizar nuestros niveles de dopamina y serotonina. Los problemas con estos neurotransmisores pueden provocar depresión y otras enfermedades mentales. La procrastinación -postergación-, la inseguridad de uno mismo y la falta de entusiasmo están relacionados con niveles bajos de dopamina, que es la responsable de dar esa sensación de sentirse bien y también la responsable de la motivación. “Los abrazos estimulan a nuestro cerebro para liberar endorfinas y serotonina, hormonas que además de producir placer y felicidad, nos protegen del dolor emocional y físico”, dice Bello.
Abrazoterapia. La abrazoterapia es una técnica que a través de la interacción de quienes reciben o brindan un abrazo, tienen la oportunidad de liberar estrés, de aliviar tensión, de confirmar aceptación, de mejorar y hasta de curar enfermedades.
La misma consiste en justamente hacer eso, abrazar a las personas (sin importar que se conozcan previamente) para facilitar el desbloqueo físico y emocional, sobre todo de aquellas personas que están sumergidas en depresión o soledad, ayudándolos a sacar una sonrisa, alegría y buen humor.
Para concluir, la especialista resalta que los abrazos nos hacen más felices, saludables, contribuyen a que estemos más relajados y a que mejoren nuestras relaciones interpersonales. Pero esto solamente ocurre -dice- si el contacto se produce con personas que apreciamos, por el contrario, si se da con personas que nos desagradan, nuestro cuerpo reacciona con los síntomas contrarios a los que hemos nombrado como beneficiosos.
“Sólo hay un requisito, y es que para obtener todos estos beneficios, los abrazos tienen que ser buenos. Es decir, tienen que durar al menos 10 segundos”, concluye.