Abril, abril

Abril, abril

BONAPARTE GAUTREAUX PIÑEYRO
Abril de 1965 es un hito en la historia nacional que debe ser reivindicado, mostrado, enseñado, estudiado, copiado, imitado, repetido, si es necesario.

Para que se pueda repetir la defensa de la democracia, la libertad y la soberanía, tales conceptos deben estar presentes en el quehacer nacional.

Ello sólo es posible si nos ocupamos de demostrar que se vive para servir que no se vive para servirse.

Aquellos quienes tuvimos el honor de entrar en la historia por la amplia puerta de la defensa de los mejores intereses del pueblo dominicano, tenemos obligaciones que cumplir, de manera permanente.

Para ser un buen y digno hijo de abril hay que mantener, en todo momento, una conducta acorde con los principios enarbolados por la parte más sana de la sociedad nacional, en momentos en que fue preciso hacerlo.

Esos principios incluyen: la lucha contra la corrupción, la honestidad a toda prueba, en todo momento y en todo lugar, el respeto a los valores morales (no robar, no matar, no mentir, no levantar falsos testimonios), el mantenimiento y defensa de la verdad, el respeto irrestricto al derecho de los demás y sobre todo la disposición permanente a dar la vida por la Patria, cuando ella llame y nos necesite.

El buen hijo de abril tiene la obligación de por vida, de estar presente y vigilante ante las acciones de quienes asumen una conducta indecorosa, cuando se valen del engaño para llegar al poder y lo ejercen apartados de los principios luminosos que airearon y defendieron Duarte, Sánchez, Mella, Luperón, Bonó, Espaillat, Billini, Caamaño.

El buen hijo de abril es un ciudadano que estudia, trabaja y mantiene su familia, sirve y puede servir de modelo como hijo, padre, hermano, esposo, funcionario público o privado, como profesional, como amigo fraterno y exigente de que los demás adopten los principios de la escala moral.

El buen hijo de abril es aquel que desde el magisterio, desde la cátedra universitaria, desde el ejercicio privado de su profesión, se convierte en un modelo que contribuye a que la sociedad sea mejor.

El buen hijo de abril no pasa factura a la Patria por haber tenido el honor de servirla cuando fue preciso y tampoco piensa en canonjías y beneficios si se presentara la oportunidad de actuar igual que en 1965.

Actuar dentro de los principios de abril de 1965, implica ser un soldado al servicio de la democracia,  un luchador constante por el respeto a la Constitución, a las libertades públicas, a la democracia.

Actuar dentro de los principios de abril de 1965, obliga a que si se ocupa una posición pública, el ejercicio de la misma se realice de modo tal que sirva de ejemplo a quienes vienen detrás, por la eficiencia, competencia, limpieza y espíritu de servicio con que se desempeña.

La Guerra de Abril no fue un episodio circunstancial, en el cual coyunturalmente hombres y mujeres, civiles y militares, sacerdotes y ateos actuaron de manera uniforme ante el enemigo común.

La Guerra de Abril fue la consolidación del patriotismo, del reclamo al derecho a vivir en paz, con reglas claras respetadas por todos.

Enseñar, educar, contar, escribir, relatar, decir cuál era la conducta y cuáles eran los objetivos de los constitucionalistas, es uno de los servicios más preciados que se le debe prestar al rescate de la escala moral en nuestro país.

Un buen hijo de abril, actúa como en abril, sencillamente: no pasa factura, no pide privilegios, respeta la Constitución y las leyes, ama y lucha por la libertad y defiende la Patria del enemigo interno y del enemigo externo.

Se puede.

Nosotros lo hicimos y muchos vivimos con el espíritu de abril.

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