Militares y pueblo se lanzaron a luchar por el retorno a la constitucionalidad
La jornada de abril del año 1965 siempre tendrá una significación grande para el presente y futuro del país.
Y tanto las generaciones presentes como venideras, deben recordarlo. Aun los más conservadores deben mantener viva la imagen de que había y habrá dominicanos dispuestos a jugárselas para que su voluntad y deseos sean respetados.
De ahí la importancia de que esta jornada histórica sea recordada como el principio del fin de los golpes de estado y del irrespeto a la voluntad popular.
No basta cuanto de diga o escriba acerca de la gesta constitucionalista. El objetivo inicial fue que se respetara la decisión del pueblo que se dio un Gobierno por la vía democrática. Y siete meses después fue desconocido por grupos insaciables e intolerantes que se resistieron a aceptar la voluntad expresada a través de las urnas.
Considerando ese proceso democrático y esa voluntad contrarias a sus intereses, sectores de las cúpulas de poder junto a jefes militares, provocaron el golpe de Estado a Bosch en 1963, instaurando un Gobierno de facto al servicio de intereses privados.
Los privilegios y corrupción invadieron incluso los cuarteles. Y en 1965, militares y pueblo se lanzaron a luchar por el retorno a la constitucionalidad y contra los desmanes del Triunvirato. Cuando los constitucionalistas avanzábamos triunfantes, dichos sectores procuraron la ayuda y colaboración del Gobierno de los Estados Unidos.
Bajo el ropaje de Fuerza Interamericana de Paz, provocaron una intervención militar. Eso motivó que cientos de militares y civiles conscientes, no solo lucharan por la constitucionalidad, sino en defensa de la soberanía nacional.
Producto de desviaciones y errores, a las nuevas generaciones se les ha querido vender una idea distorsionada sobre lo que significó aquella epopeya. Pero si hoy tenemos procesos electorales y los gobiernos permanecen hasta el cumplimiento del período constitucional para el que fueron electos, se debe en gran medida a ese movimiento.
Los que participamos, militares y civiles de alguna forma decidimos jugarnos lo más valioso que es la vida, a fin de que la voluntad popular sea respetada. No importa si los gobiernos surgidos de las urnas satisfagan o no los deseos de muchos o pocos.
Cualquiera puede pertenecer al partido político que considere conveniente. Igualmente formar parte de los grupos sociales o de poder económico. Todo el mundo tiene derecho a aspirar a un determinado tipo de gobierno.
Pero cuando surge un Gobierno, sea el que aspiramos o el que a otros no le guste, habrá que respetarlo.
La esencia de la democracia es la expresión de las mayorías y el respeto a esas voluntades. Por eso, aún dentro de una composición social escogida o selectiva, las autoridades están en el deber de valorar las mayorías.
No importa si esas mayorías pertenecen a ciudadanos comunes que aspiran a vivir mejor, siendo o no de su partido.
Abril del 65 fue y sigue siendo el preludio hacia el respeto de la voluntad popular. A la democracia y la institucionalidad. Un símbolo de la dignidad nacional.